Capítulo 55

Zúrich, Suiza, 14 de febrero de 1917

Oleg y su subordinado siguieron de cerca a Lenin y su comitiva. No hubo sorpresas, se dirigían a la residencia del líder comunista. Esperaron pacientemente en la puerta y al final Masha salió sola del edifico. El oficial ruso hizo un gesto y se acercó hasta ella.

—¿Por qué nos seguías? ¿Te creías que no me iba a dar cuenta? —preguntó la joven.

—No quiero perderte de vista y volver a perderte otra vez —contestó el hombre.

—¿Qué sabes de nuestro encuentro de hoy? —preguntó la joven.

—No mucho, que estáis tramando algo con los alemanes.

—Es por el bien de la revolución y de Rusia —comentó la joven.

—No tienes que explicarme nada. Ya te he dicho que he abandonado el ejército.

La joven comenzó a andar y Oleg la siguió hasta la casa de la esquina, donde se habían encontrado en los últimos días. Subieron a la segunda planta y entraron en la habitación. La mujer se dio la vuelta y se enfrentó al hombre.

—¿Te has vuelto loco? No quiero que vuelvas a seguirnos. Le he hablado de ti al camarada Lenin, pero si los demás se dan cuenta de que nos sigues no dudarán en matarte —dijo la mujer.

Oleg la agarró del pelo y la lanzó sobre la cama. —Yo no soy uno de tus camaradas, cariño. Soy tu amante y no consiento que me hables en ese tono —dijo el joven. Después se puso encima y comenzó a desnudarla con rabia. —Ahora vas a saber lo que es un ruso de verdad. —Oleg —dijo la joven asustada.

El hombre la desnudó y comenzó a hacerle el amor salvajemente. Ella estaba asustada al principio, pero luego comenzó a excitarse. Nunca antes nadie la había tratado así, pero lo que más la horrorizó es que le gustaba.