Capítulo 47

Zúrich, Suiza, 13 de febrero de 1917

Aquella mañana Lenin debía reunirse con los servicios secretos alemanes para que les facilitaran más datos sobre el viaje de regreso a Rusia. Masha era la encargada de la seguridad, pero no podía concentrarse. Seguía pensando en Oleg y en lo que había sucedido la noche anterior. Le costaba creer que realmente hubiera cambiado, pero lo cierto era que parecía un hombre diferente.

—Masha, necesito que refuerces la seguridad, no me fío demasiado de los alemanes, puede que intenten secuestrarme —dijo Lenin.

—Sí, camarada.

—La reunión será a las afueras de la ciudad, cerca del balneario Enge.

—¿No estará muy solitaria esa zona? —preguntó Masha.

—Queremos un lugar discreto. Los servicios secretos rusos nos tienen vigilados, si descubren que estamos en trato con los alemanes, la propaganda burguesa nos acusará de traicionar a la patria.

El camarada Andrey frunció el ceño y se dirigió al líder comunista.

—Me pregunto si el partido aprobaría un acuerdo con los alemanes en plena guerra.

—Esta no es nuestra guerra. ¿Acaso estamos en conflicto con los proletarios alemanes? Ellos, como nosotros, aborrecen estas guerras burguesas que lo único que persiguen es enriquecer a los más ricos —dijo Lenin.

—Pero los alemanes nos están machacando en el frente —dijo Andrey.

—Esta guerra lo único que tiene de bueno es que ha precipitado a Rusia hacia la revolución —dijo Lenin.

—Pero…

Lenin miró al hombre y mirándole directamente a los ojos le dijo:

—Camarada Andrey en el partido votamos en contra de apoyar la guerra. Es una guerra imperialista por dominar el mundo y nosotros defendemos la hermandad de los pueblos. Lo mejor que podemos hacer cuando lleguemos al poder es frenar esta masacre. Con tal de conseguir la revolución soy capaz de aliarme con el mismo Diablo. ¿Comprendido?

Todos miraron sorprendidos a Lenin. Nunca solía alterarse, pero la presión de las últimas semanas estaba destrozándole los nervios. Se hizo un pesado silencio en la sala.

—Ahora veamos a esos malditos alemanes —dijo Lenin zanjando la cuestión.