París, Francia, 12 de febrero de 1917
No podían llevar al prisionero al hotel, por lo que decidieron acercarse al río Sena e interrogarlo con tranquilidad en una de las zonas menos transitadas. Lincoln sentó al hombre en un banco y Hércules comenzó a preguntarle. Pasados unos minutos, Alicia dijo:
—No entiende francés ni inglés. Será mejor que le hablemos en ruso.
—Yo apenas hablo ruso —dijo Hércules.
Alicia miró a sus amigos y después le pidió al hermano Juan que escribiera las preguntas en ruso.
El prisionero miró la hoja, pero apenas le hizo caso. Entonces Hércules lo cogió por el cuello y le restregó el papel por la cara.
—No sé si me entiendes, pero conozco un idioma universal, que seguro que te hace hablar —dijo Hércules zarandeando al hombre.
Lincoln le hizo un gesto a su amigo y lo soltó.
—No tenemos mucho tiempo. Las aguas del Sena bajan muy frías en esta época del año. Estás herido y no creo que resistas mucho vivo. ¿Me has entendido?
Al final el hombre hizo un leve gesto con la cabeza.
—Tu nombre y para quién trabajas —dijo Alicia.
—Pavellay Záitsev, pertenezco a los servicios secretos rusos —dijo al fin con un pequeño hilo de voz.
—¿Por qué nos atacaste? —preguntó Alicia.
—Cumplía órdenes, debíamos quedarnos con la pista y conseguir el libro antes que ustedes. Nuestras instrucciones incluían emplear la fuerza si era necesaria.
—¿Quién os manda? —preguntó Hércules.
—Rusia está pasando un momento difícil y el zar ha delegado sus funciones. Oficialmente estamos bajo las órdenes del Gobierno provisional, trabajamos para el jefe de los servicios secretos Alexey Morózov, nuestro comandante es Pavel, él tiene el control real del cuerpo y sigue trabajando para el zar Nicolás.
Alicia miró intrigada a Lincoln.
—¿Por qué quiere el zar el libro? —preguntó a sus amigos.
—Seguramente piensa que su contenido puede detener la revolución que hay en marcha —dijo Hércules.
Un ruido les hizo mirar a todos hacia el paseo más arriba, pero, antes de que pudieran reaccionar, un hombre armado disparó sobre el prisionero, alcanzándolo con una bala.