Capítulo 20

Zúrich, Suiza, 7 de febrero de 1917

Llevaban varias horas metidos en las habitaciones de una pensión de mala muerte. No habían regresado a su casa ni tampoco querían que los vieran en hoteles. Él único habitante de la ciudad que conocía su escondite era el embajador español. La situación comenzaba a ponerlos nerviosos, Hércules creía que se habían precipitado al huir de la casa del doctor Jung.

—Entonces, ¿por qué nos dispararon? —preguntó Lincoln.

—No nos dispararon a nosotros sino a unos tipos que estaban robando dos caballos y un trineo —dijo Hércules.

El monje los miraba indiferente, mientras Alicia no paraba de pasear por la pequeña habitación.

—Ese tipo es un misterio —dijo Lincoln.

—Usted siempre está igual. En cuanto ve algo que no le gusta, le asaltan las dudas y tiene que poner tierra de por medio. El doctor nos estaba ayudando a interpretar las visiones del monje —dijo Hércules.

—¿Está usted seguro de eso? Cuando regresé a mi habitación me di cuenta de la coincidencia de los dos príncipes que mencionó el monje en la visión…

—¿Por qué no dejan de llamarle monje? Tiene un nombre.

—¿Y cuál es? —preguntó Hércules a Alicia.

La mujer entregó una hoja al monje y este escribió: «Mi nombre es Fiodor, pero en el monasterio soy el hermano Juan».

—Será mejor que lo llamemos hermano Juan —dijo Hércules.

—Como le decía, los dos príncipes de la visión se corresponden a los dos imperios de Gog y Magog. Al final de los tiempos destruirán la Tierra de Israel y a todos los que se encuentren allí —dijo Lincoln.

—¿Qué tiene eso que ver con la visión? —preguntó Hércules.

—El hermano Juan describió a dos príncipes: «Wiug vendrá de Oriente y volverá esclavo al hombre con la pobreza; Graiug vendrá de Occidente y volverá esclavo al hombre con la riqueza.»

—¿Y si no fueran dos reinos? —preguntó Alicia.

—¿Qué quieres decir? —dijo Lincoln sorprendido.

—Imaginemos que se trata de dos sistemas. Uno hace a los hombres pobres y los domina por la pobreza y el otro, ricos y los domina por la riqueza —dijo Alicia.

—¿Te refieres al capitalismo y el comunismo? —preguntó Hércules.

—Sí, un sistema que volverá al hombre esclavo por la pobreza y otro… —dijo Alicia.

—Pero ¿esclavo de qué? —preguntó Hércules.

—Del sistema —dijo Alicia.

—¿Cómo seguía la visión? —preguntó Hércules.

El hermano Juan mostró la hoja:

«Los dos príncipes serán vencedores y los dos príncipes serán vencidos. Pero Graiug entrará en casa de Wiug y sembrará sus antiguas palabras, que crecerán y devastarán la tierra. Así terminará el imperio de Wiug… Pero llegará el día en que también el imperio de Graiug será destruido, porque las dos leyes de vida eran equivocadas y ambas producían la muerte».

—Uno luchará contra otro —dijo Alicia.

—El comunismo es tan solo una ideología —dijo Hércules.

«Tampoco sus cenizas se podrán utilizar para cultivar el terreno sobre el que crecerá la nueva planta de la tercera luz».

—¿La nueva planta de la tercera luz? —preguntó Lincoln.

—El lenguaje es confuso, pero les propongo una cosa. Esta noche en el teatro Orfeo hay un mitin a cargo de uno de los líderes comunistas rusos, un tal Lenin. Él podría aclararnos algunas cosas —dijo Hércules.

—Yo no iré a un mitin comunista —dijo Lincoln.

—Está bien, usted quédese con el hermano Juan, y Alicia y yo iremos al acto —dijo Hércules.

Lincoln no estaba muy convencido, pero sabía que cuando una idea se le metía en la cabeza a su amigo era casi imposible convencerlo de lo contrario.