EL TRAJE DE CABALLERO

Según la definición al uso, un traje debe consistir en el conjunto de chaqueta y pantalón del mismo tejido y color. De llevar también chaleco deberemos hablar de «terno».

En tiempos de Cervantes, la palabra «traje» significaba «vestido», especialmente el de las mujeres; también se utilizaba el término en el sentido de «porte o aspecto propio de una persona», ya que existía la frase acuñada de «traerse bien alguien».

La tradición actual del traje masculino nacería mucho más tarde. Al parecer se originó en Francia, en el siglo XVIII, con una moda consistente en vestir los hombres chaqueta, chaleco y pantalón de distintos tejidos y colores muy vivos. Eran prendas de corte amplio, ya que su finalidad era facilitar las cosas en las labores del campo.

El traje, como lo entendemos, nace en 1860. Sus primeros usuarios fueron los miembros de la pequeña nobleza y la burguesía, que lo utilizaban ocasionalmente para montar a caballo, de donde vino la costumbre de dejar un corte en la parte posterior de la chaqueta. Como las cacerías a las que asistían vestidos con el nuevo atuendo se iniciaban al amanecer, y el frío era un inconveniente, se optó por posibilitar el cierre de la chaqueta hasta el cuello, por lo que se añadió a la prenda un botón en la parte alta, que se abrochaba en el ojal que todavía queda, mudo testigo de aquella práctica funcional en su día, y que solía disimularse con una flor o un botón decorativo.

Aunque al principio el traje era vestido con cierta prevención, no tardó en ser considerado como una prenda sumamente práctica y cómoda, empezando a ser llevado también en la ciudad. A este fin, los sastres del siglo XIX perfeccionaron, en la última década de aquel siglo, su corte, haciendo de él una especie de uniforme imprescindible en la vida de los negocios.

Los distintos elementos que componen el terno ya se utilizaban antes de nacer tan afortunada combinación. El chaleco, de origen turco, es mencionado por primera vez nada menos que por don Miguel de Cervantes, en el Quijote; la chaqueta y el pantalón son palabras que al parecer se introducen en el castellano, procedentes de la lengua francesa, Leandro Fernández de Moratín, el conocido autor madrileño de El sí de las niñas, dramaturgo del siglo XVIII, hacia los primeros años del 1800. Desde entonces aparecen los tres componentes del terno, o los dos del traje, como indumentaria genuinamente masculina.