EL ROBOT DE COCINA

En enero de 1973 fue presentado en una exposición de artículos de cocina celebrada en Chicago, un aparato que prometía desterrar de las cocinas los viejos usos: era el Cuisinart. Sin embargo, este pequeño robot no impresionó a los profesionales, ya que un aparato similar era conocido desde 1947, el diseñado por el inglés Kenned Wood, inventor del Kenwood Chef.

En efecto, el kenwood, como se le llamaba comercialmente, era un robot de cocina que podía hacer frente a una gran cantidad de operaciones, gracias a que contaba con diversos accesorios capaces de llevar a cabo distintas funciones: amasaba, molía, mezclaba, cortaba, exprimía, centrifugaba e incluso abría las latas. ¿Qué más podía pedirse? Todo hizo pensar que el robot perfecto estaba inventado. Sin embargo, en 1963 sería perfeccionado por el cocinero francés Pierre Verdun y su Robotcoup. La innovación consistía en la introducción de un depósito cilíndrico en cuyo interior se alojaba una cuchilla giratoria, origen del famoso Magimix, compacto y aerodinámico, que se vendió con éxito en 1971. Aquel mismo año, el norteamericano Carl Sontheimer, ingeniero electrónico muy aficionado a la cocina, visitó en París una exposición de utensilios domésticos entre los que encontró el robot de Pierre Verdun. Ni corto ni perezoso compró una docena de aquella máquina y se las llevó a su Connecticut natal, no sin antes hacerse con los derechos de distribución del aparato en los Estados Unidos. Ya en su casa, analizó los pros y contras del Magimix, incorporando algunas mejoras propias. Pidió a su esposa que lo probara, y cuando ésta dio su visto bueno patentó todas las mejoras introducidas por él en el robot del francés, registrando el conjunto con el nombre de Cuisinart. Como decimos al principio, era un día de enero de 1973, en Chicago. El aparato se vendía solo, a un ritmo no imaginado por su distribuidor: medio millón de robots al año, un auténtico bestseller comercial, relegando a un segundo plano a toda una serie de artefactos que el Cuisinart hacía innecesarios, como las licuadoras y mezcladoras existentes. La publicidad agresiva del Cuisinart aseguraba y era cierto que el nuevo robot hacía por sí solo todas las operaciones y funciones deseables en la cocina. Con aquella entrada en batalla comercial, daba comienzo la guerra de los robots de cocina. Que sigue en nuestros días.