EL CHUPACHUPS

El chupachups es un invento netamente español, fruto del ingenio y espíritu de observación de Enrique Bernat, quien en 1959 revolucionó el mundo del caramelo con el hallazgo de su famoso pirulí. Pero ¿cómo empezó aquello? Bernat no era nuevo en el mundo de la confitería. Desde su infancia trabajó en la fábrica de caramelos que tenía su abuelo en la calle Carders, de Barcelona. Había visto los quebraderos de cabeza que el negocio daba a su familia, y se propuso hacer realidad un sueño: que el caramelo llegara a ser de consumo masivo, y se vendiera por millones de unidades. Para lograrlo necesitaba, además de su entusiasmo, un producto adecuado, y una marca. Se puso en contacto con el genial Salvador Dalí, el pintor de Cadaqués, y le pidió que diseñara el envoltorio de un singular caramelo consistente en una bolita de dulce montada sobre un palito. Con todo ello, y su pobre infraestructura comercial de la Granja Asturias, el joven Bernat se lanzó a la conquista de los mercados del caramelo. Su éxito no tardó en llegar, gracias a una inteligente campaña publicitaria, y la propia bondad del producto: un caramelo con nueve variedades distintas de sabor, con formato novedoso, que hicieron del chupa chups el primer caramelo del mundo. Los niños podían consumirlo sin pringarse los dedos, gracias al palito que sostenía la bola de dulce, lo que ya era una gran cosa como elemento innovador. Bernat explotó su invento al máximo. Diseñó incluso la maquinaria más adecuada para su fabricación. En la década de los 1960, la madera centroeuropea empleada en la fabricación del palito fue substituida por el material de moda: el plástico. También en esa época se cambió el nombre de «caramelo chups» como se llamaba, por el que aún hoy tiene. Para este cambio Bernat aprovechó la cancioncilla de su propia publicidad, que explicaba cómo comer aquel caramelo.

En 1960 era tal la fama del producto que se vendieron cuatro mil quinientos kilos del producto en un solo día, distribuidos por toda España mediante una red propia de pequeños Seat600. Entonces el chupachups costaba una peseta la unidad.

De España, pasó a Francia, donde en 1970 se vendían más de ciento sesenta millones de unidades al año. Después vinieron las aventuras de Inglaterra, Alemania, y el gran salto a los Estados Unidos de Norteamérica. Pocas veces en la historia de la mercadotecnia se ha visto un éxito tan rápido y abultado de un producto tan específico. Si en 1970 el 90% de la producción de chupachups se vendía en España, en la década de los 1980 era al revés: el 93% de la producción se vendía en el extranjero. Más de mil millones de unidades se venden en el mundo, y de ellas, doscientos setenta millones en China. En aquel país, la empresa extranjera más importante es ChupaChups International. En su visita a aquella gran nación, Enrique Bernat hizo las siguientes declaraciones: «Siempre hemos visto a los chinos utilizar palillos para comer; lo que me pareció muy bien. Ahora quiero enseñarles yo a comer caramelos con palillos». Era, evidentemente, un rasgo de humor del inventor del más famoso caramelo del mundo: el español chupachups, cuyo mercado e implantación a escala mundial están asegurados.