Oxford, 30 de marzo, 22:45
En el instante en que Monroe colgaba el auricular, se oyó un golpe en la puerta. Aún aturdido por la impresión que le había causado lo que acababa de escuchar, durante los siguientes segundos le costó un gran esfuerzo centrar la atención en la corpulenta figura del agente Steve Greene, que acababa de entrar en el despacho y se dirigía a la mesa del comisario.
—Señor, esto llegó hace cosa de una hora. Chatwin le pide disculpas… se le pasó… la noche está siendo movida… acaba de dármelo ahora mismo… Al parecer, lo trajo un mensajero.
En el sobre, escrito a máquina, se leía: Comisario Monroe, Comisaría de Policía de Oxford. Debajo, la palabra URGENTE en mayúsculas, con tinta roja. Al verlo, Monroe suspiró y sacudió la cabeza. Abrió el sobre. Dentro había un folio, nada más. Echó un vistazo rápido a la imagen, un complicado entramado de líneas conectadas entre sí, semejante al esquema de una compleja línea de corriente eléctrica. Junto al dibujo, un batiburrillo de palabras en latín y símbolos raros. Monroe empezó a leer el mensaje escrito en inglés en la parte superior del folio.