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«Desde la creación por inspiración divina de la Santa Obra el 2 de octubre de 1928, festividad de los Santos Ángeles Custodios, hemos sido objeto de toda suerte de ataques y calumnias, tanto en lo que se refiere a nuestra labor apostólica como a la persona de nuestro fundador. Mercenarios de la pluma, lobos disfrazados de oveja y desertores pasados a las filas del enemigo han intentado sin éxito, como quien escupe al cielo, manchar una y otra. Estamos habituados a estas reacciones de odio y despecho, sostenidos por nuestra fe en Cristo y el amparo de su Vicario en la Tierra, y no nos rebajamos a replicar a quienes no merecen sino nuestro desprecio. Dar la callada por respuesta y seguir adelante, tal como aconseja el Padre en nuestro breviario doctrinal. Pero el libelo infame firmado por «Fray Bugeo» supera todas las marcas de vileza y abominación. Sacando de su contexto citas y máximas embebidas de modestia y de espíritu evangélico, las manipula al servicio de un discurso que sería risible si no fuera sencillamente abyecto. El pére de Trennes que dice hablar en nombre nuestro es un perfecto desconocido en las filas de la Obra extendida hoy, por la gracia del Señor, por las cinco partes del mundo. El seudónimo tras el que se oculta y disimula su identidad revela sin lugar a dudas sus intenciones pérfidas y la voluntad de ensuciar a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. La vida de Monseñor fue un modelo de coraje, humildad y modestia, tal como dejó bien sentado su proceso de beatificación. Los sacerdotes y seglares numerarios de la Obra nos esforzamos en seguir su ejemplo sin dejarnos arredrar ante ninguna campaña de calumnias de los que niegan la Providencia de Dios y se ofrecen al mejor postor como vulgares prostitutas. En esos tiempos de permisividad cualquier malhechor puede perpetrar sus fechorías con impunidad absoluta: las leyes no castigan a quienes pervierten a las almas y viven del fruto de su amoralidad. Pero el autor de ese engendro fétido tendrá ocasión de meditar sobre ello cuando esté fuera del tiempo. Entonces triunfará la verdad: el trigo será separado de la cizaña. La luz del Espíritu Santo nos guía siempre y, como dice el Padre, con esa profundidad filosófica en la que no calan los resentidos de la especie de «Fray Bugeo», después de ver en qué se emplean ¡íntegras! muchas vidas (“lengua, lengua, lengua con todas sus consecuencias”) me parece más necesario y más amable el silencio.»

Ramón García Montero, catedrático de Derecho Administrativo, calle de Vesubio 74, Madrid

* Carta enviada al editor de la obra tras la lectura de las pruebas del manuscrito.