Capítulo 44

El Cairo, 1992

Abd-el-Aziz pasó la noche en vela. Sentía rabia por lo que Asmaa había tenido que hacer para no casarse con el sastre Abbas, pero también alegría y esperanza.

A la mañana siguiente, se levantó más pronto de lo habitual y, sin despertar a su madre, se puso una chaqueta que había pertenecido a su padre y que le venía algo estrecha. De camino hacia casa de Asmaa, compró una fateera en un puesto callejero, pero estaba tan inquieto que fue incapaz de comer la empanadilla.

Cuando entró en el taller, el orfebre aún no había llegado. El olor ácido y vacío le recordó vagamente al de la panadería de su padre. Un sudor frío le recorría la espalda. Para controlar los nervios, mientras esperaba, decidió abrillantar una tetera de alpaca.

—¿Cómo has venido tan pronto? —le preguntó su patrón cuando hizo su aparición en el taller.

—Quería hablar con usted —le respondió Abd-el-Aziz, con una voz que a él mismo le pareció débil—. De hombre a hombre.

—De hombre a hombre —repitió el orfebre, mirándolo con prevención—. ¿Y qué es eso que tienes que decirme?

—Quiero casarme con Asmaa.

El orfebre escupió en el suelo.

—¿Casarte con mi hija? ¿Has perdido la cabeza?

Abd-el-Aziz posó la mirada en la tetera de alpaca; había olvidado abrillantar sus patas.

—Estoy enamorado de Asmaa.

—¿Y de qué pensáis comer?

—Seguiré trabajando de aprendiz hasta que haya ahorrado lo suficiente para abrir una panadería, como mi padre.

—Como tu padre, pero con mi dinero. ¿Y dónde viviríais?

—Al principio en casa de mi madre, hasta que pudiésemos permitirnos un hogar propio.

—He escuchado tu propuesta. Ahora déjame meditar.

Abd-el-Aziz experimentó una sensación de alivio. Sabía que ninguna mujer de Imbaba aceptaría un marido sin el beneplácito de su padre. A pesar de sus temores, el orfebre no lo había echado a patadas, había incluso escuchado su proposición.

El aspecto de Asmaa no le importaba. Tampoco el hecho de que tendría que trabajar duro y ahorrar durante años la totalidad de su sueldo. Por primera vez podía aspirar a casarse con Asmaa. Su sueño estaba a punto de hacerse realidad.