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EL EPÍLOGO MÁS LARGO DEL MUNDO

Mayo de 2014

Estoy escuchando la radio sentada en el suelo de mi casa. Está haciendo demasiado frío para estas fechas, así que no me apetece salir. Parece ser que el año pasado fue igual, pero yo estaba en la soleada California por entonces, así que no puedo comparar.

Estoy recogiendo algunas cosas en cajas y aprovechando para hacer limpieza en los armarios. La de mierda que se acumula, hay que ver, incluso después de dos mudanzas. Me da la sensación de que llevo un año moviendo mis cosas de un sitio a otro, como un titiritero sin casa fija. Pero se supone que he tomado las decisiones que he tomado para dejar de tener esa sensación, para seguir con mi vida y asentarme.

A veces pienso que me he precipitado y que esto es una huida hacia delante. Después, miro a la gente de mi alrededor y me doy cuenta de que no puedo pretender parar el tiempo para reponerme. Soy adulta y tengo que comportarme como tal.

No estoy muerta. La vida sigue.

De pronto, algo me saca de mi concentración. Es una canción. Me quedo mirando al vacío mientras trato de averiguar qué es lo que me resulta tan familiar. No es la tonadilla, ni el ritmo, ni la letra, tampoco la voz del cantante. Bueno, sí, hay algo en la letra… algo que me llega hondo. Capto lo que dice repetidas veces en el estribillo y me levanto de un salto. Tengo el ordenador encendido, de modo que no tengo que esperar para meter esa frase en el buscador Google. Los tres primeros resultados son páginas para consultar la letra de las canciones y otros tantos más abajo, son enlaces para bajársela. Con el título de la canción, sigo indagando. Salta enseguida, como un pistón.

He estado buscando señales durante mucho tiempo, a veces incluso sin saber que las buscaba. Y ahora, sin venir a cuento, aquí está.

Durante unos segundos, no sé cómo reaccionar. El pecho empieza a llenarse de una sensación que hace mucho tiempo que no sentía: es emoción. Emoción verdadera, que nace de mí y no por imitación. Necesito expresarla de alguna manera y, de pronto, estallo en un llanto que ni siquiera yo esperaba. Me falta el aire. Sollozo. Las lágrimas me mojan la cara y necesito aire. Y después de una bocanada… sonrío, porque una calma interior me llena. Vuelvo a mirar la pantalla: Letra y música: Gabriel Herrera. Producción musical: Gabriel Herrera.

Ha vuelto. Vive. Lejos de mí, pero vive. Lo ha conseguido.