CAPÍTULO 87
WISTY
La cuerda con la que tropecé también me salvó la vida. Me hizo una buena quemadura a causa de la fricción, pero conseguí agarrarme a ella al caer de la tubería. A toda velocidad, enrollé mis piernas alrededor de ella, notando cómo iba cediendo.
Dado que no soy exactamente Whit y que mi fuerza no es sobrehumana, ni se me pasó por la cabeza la idea de trepar por la cuerda y volver a la tubería. Así que me fui dejando caer, mientras confiaba en que aquella cuerda me dejara lo bastante cerca del suelo para poder saltar desde ella.
Oí ruido de botas y agresivas voces de guardias gritándose unos a otros desde arriba. Habían sido testigos de mi desastre acrobático y estaban apresurándose a bajar para atraparme en tierra firme.
La persecución se iba a acabar muy pronto si yo no llegaba al suelo antes que ellos.
Ni siquiera miré hacia abajo. No quería ver la profundidad del salto que tenía que dar, y tampoco quería descubrir que se me estaba acabando la cuerda. En lugar de ello, me concentré en las filas de estrechas ventanas de celdas que veía en mi bajada. Quedaban cuatro pisos, quedaban tres pisos, quedaban dos pisos…
Pero entonces mis pies se encontraron con algo sólido y cubierto de ropa, y no tuve más remedio que utilizarlo para deslizarme por ello.
Retrospectivamente, ojalá no hubiera visto de qué se trataba. Ojalá hubiera saltado el metro y pico que me quedaba hasta llegar al suelo y hubiera echado a correr sin mirar atrás. Porque cuando miré lo que era, vi que mis pies estaban apoyados en los hombros del Visitante.
O, por lo menos, los hombros de su cuerpo hinchado, muerto desde hacía tiempo.