CAPÍTULO 75

WISTY

El líder del grupo que irrumpiría en la cárcel del Overworld era una chica, lo que me gustó bastante. Se llamaba Margo, y aunque medía lo mismo que yo, era dura como una roca. Estaba obligada a serlo, ya que había escapado del Overworld perdiendo un par de dedos. Su humor era homicida en lo que tocaba al Único que es Único. Y tengo que admitir que el mío empezaba a serlo también. Tenía intención de vaporizar a mis padres al día siguiente, después de todo. No dejaríamos que eso sucediera.

Margo nos condujo a través de una estación de metro abandonada, oscura y húmeda, por la que nos abrimos paso con linternas de la ferretería de Garfunkel’s.

—Una vez estemos dentro, deberíamos liberar a los niños en primer lugar, dado que sabemos dónde están. Luego podemos buscar a vuestros padres —dijo Margo.

—Mejor esperar a verlo desde dentro —recomendó Whit—. Cuando estemos allí, trazaremos el plan definitivo. Pero eso nos conduce a la gran pregunta. ¿Cómo vamos a entrar en la cárcel?

Margo nos miró a los dos.

—La magia sería una buena idea.

Whit y yo nos quedamos parados, lo que detuvo al resto del grupo, unos nueve miembros.

—No tenéis un plan de verdad para entrar allí, ¿no? —preguntó Whit.

—Siempre podemos dejar que nos atrapen —dijo Margo—. Eso no supondría mayor problema.

Había estado escuchándolos a medias, pero la mayor parte del tiempo la había pasado pensando en ver a nuestros padres de nuevo, y no podía esperar. Era hora de pasar a la acción.

—Yo tengo un plan —dije—. Lo he meditado cuidadosamente. Primero, necesitamos disfraces, por supuesto, unos que nos permitan pasar inadvertidos en el entorno de la prisión. He pensado que Whit podría ir de guardia. Puedo hacer que parezca mayor y proporcionarle un uniforme. Solo tiene que entrar a pie. No quiero que me capturen de nuevo, Margo.

—¿Y qué hay de ti? —me preguntó Whit—. ¿Cómo entrarás, Wisty?

—Mediante algún tipo de magia. Intenté algunas cosas antes de marcharnos de Garfunkel’s. Puedo hacer algo interesante que creo que funcionará.

—¿Hacer qué? —preguntó Whit.

—Te va a parecer estúpido. Y una locura.

—Wisty, ¿qué vas a hacer? ¿Cómo entrarás allí?

—Bueno, pues… —hice una pausa, y solté—: Meconvertiréenratón.