CAPÍTULO 74

WHIT

Jamilla se volvió y corrió hacia una pared cercana de camino al mostrador donde se envolvían las compras para regalo. Su cabello ahuecado rebotaba como si llevara muelles. La pared estaba protegida por un cordón de terciopelo para mantener a la gente alejada, pero Jamilla saltó por encima.

—Esto es el Muro de las Profecías. A veces aparecen mensajes en él. Habitualmente se trata tan solo de cosas de la tienda, como «Grandes rebajas de enero». Pero a veces dice cosas como «Ve a la calle Quinta. Rescata a un huérfano de la casa número 24», algo por el estilo. Hace un tiempo, predijo que dos Libertadores que poseían el poder de la magia vendrían para derribar el Nuevo Orden. Así que, amigos míos, debe de tratarse de vosotros, ¿sabéis a lo que me refiero?

Se volvió al grupo de gente que nos había seguido hasta la pared.

—¿Alguien piensa que es una coincidencia? ¿Alguno de vosotros? ¿Solo uno?

De repente, todo el mundo empezó a aplaudir y vitorear como loco. Todo el mundo menos Wisty y yo, de hecho.

—Esto… —empecé a decir.

Solo era una pared, una pared desnuda. ¿Era aquella la última y más importante profecía? ¿La nada? ¿El vacío? ¿O significaba que estábamos a punto de deslizarnos en el vacío, o, casi igual de triste, significaba que nada iba a cambiar?

—No, en serio, el mensaje estaba ahí —dijo Jamilla—. Esperad unos segundos. No siempre se ve.

Nos quedamos mirando el muro. De una esquina colgaba un pedazo de papel pintado. Muy poco significativo… Wisty me miró, y yo me encogí de hombros.

—Bueno, viene y se va —dijo Janine, echándose el pelo hacia atrás—. Pero lo hemos visto todos.

Varias cabezas asintieron entre la multitud. De acuerdo. Quizá por hoy se le habían acabado las profecías a la pared.

—Incluso si estás en lo cierto —dije—, ¿cómo se supone que vamos a derrocar a un gobierno tan poderoso como para destruir ciudades enteras y levantar otras nuevas? Además, todavía tenemos que ir en busca de nuestros padres.

—Os lo dijimos desde el principio —dijo Wisty.

—¡Mirad! —exclamó alguien, y me volví de nuevo hacia el Muro de las Profecías.

Esta vez, vi formarse unas letras. Pero ¿qué…?

UN DÍA CERCANO, LOS JÓVENES GOBERNARÁN EL MUNDO…

Me recorrió un escalofrío. Había escuchado palabras similares anteriormente en boca de Celia. El mensaje continuaba:

Y LO HARÁN MEJOR QUE LOS ADULTOS.

—Guau —murmuró Wisty—. Qué fuerte.

De repente, Sasha se acercó corriendo a Janine y le susurró algo al oído. Janine escuchó, asintió y se puso un tanto nerviosa, algo poco habitual en ella. Nos miró a Wisty y a mí.

—Sasha, cuéntaselo —dijo—. Adelante.

—Acabamos de recibir un mensaje de nuestros espías, que vigilan la cárcel del Overworld. Han programado nuevas ejecuciones para mañana por la mañana. Vaporización.

Hubo gritos y murmullos horrorizados en toda la sala y, tras escuchar la historia de Michael Clancy, yo tuve la misma reacción, al igual que Wisty.

—Pero hay algo más —dijo Sasha, mirándonos directamente—. Vuestros padres han sido capturados de nuevo.

—¿Qué? —gritamos Wisty y yo al unísono.

—¿Dónde están? —exigió saber Wisty.

—Dondequiera que estén, iremos allí —anuncié—. De forma inmediata. Sentimos no poder ayudaros, Sasha.

—No te disculpes —me tranquilizó, con aplomo—. De hecho, tus padres están retenidos en el Overworld.

Ni siquiera me hizo falta mirar a Wisty para darme cuenta de lo que estaba pensando. La palabra vaporización golpeaba mi cerebro.

—En ese caso… —comencé a decir.

—… estamos con vosotros —completó Wisty la frase.