CAPÍTULO 73
WHIT
Ahí estaba mi hermana, envuelta en llamas de más de un metro de alto, con los ojos parpadeando despreocupadamente en su rostro desafiante. Como te puedes imaginar, todo el mundo chillaba como, bueno, chavales que de repente ven arder a alguien. Antes de que se me ocurriera el modo de sofocar las llamas, el fuego se apagó.
—¡Lo hice! —Wisty alzó su puño al cielo—. ¡Lo hice yo sola!
—¡Chócala, hermanita! —la animé—. ¡Eres toda una bruja!
Jamilla parecía un poco asustada.
—¿Has hecho eso a propósito? —preguntó con voz ronca.
—Sí, al cien por cien —dijo Wisty—. Lo normal es que suceda por accidente, como cuando me enfado en serio. Esta es la primera vez que logro encender y apagar el fuego a voluntad. Por lo general alguien tiene que fastidiarme de verdad… y luego conseguir un extintor de incendios.
Jamilla emitió un silbido de asombro.
—¿Qué más puedes hacer?
—Puede levitar —dijo un chico de no más de cinco años, señalando a Wisty—. La vi hacerlo. Levitó anoche. Como un globo encima de la cama.
—Bueno, sí —admitió Wisty, ruborizada—. A veces hago eso. Pero no aposta.
Oí murmullos y gritos entre la multitud.
—Whit puede meter la mano a través de una pared —dijo Wisty—. Y detuvo un mazo en mitad del aire. Y yo me lancé un tenedor a mí misma… es una larga historia. Y paralicé a una jauría de perros guardianes en el Hospital.
—¿Hiciste qué? —preguntó Jamilla en un murmullo.
—Luego les devolví el movimiento —dijo Wisty a la defensiva—. No los dejé paralizados. No podría hacerle eso a unos pobres perros. Pregunta a Feffer. Y a veces brillo, del mismo modo que aquella bruja de la ciudad justo antes de que mandara a toda esa gente a volar por el restaurante. Todavía no sé a qué se debe eso.
Todo el mundo debería haberse mostrado un poco más escéptico sobre aquello, pero acababan de verla envuelta en llamas.
—Las sanguijuelas —recordé, asintiendo con la cabeza.
—Ah, sí. Invoqué un enjambre de tábanos, pese a que estaba intentando transformar a alguien en una cucaracha gigante —Wisty se estremeció al recordarlo.
—Y también estoy yo —dijo una voz a nuestros pies.
—¿Vuestra comadreja parlante? —dijo Janine.
—No siempre fue una comadreja —admitió Wisty—. Pero esta es su forma más apropiada.
—Mi forma más apropiada es la de un león —chilló Byron.
—Eso es justo lo contrario de tu verdadera forma —dijo Wisty, fulminando con los ojos a Byron, que le devolvió la mirada.
—Dios mío —dijo Jamilla, mirándonos a los dos y luego a Janine, que tenía los ojos abiertos como platos.
—¿Tú crees que…? —le dijo a la chamán.
—¡Janine, creo que son ellos!
—¿Qué ellos? —pregunté—. ¿Qué pasa con ellos?
¿Realmente quería escuchar la respuesta?
—Los Libertadores —dijo bruscamente Jamilla, sin dejar de mirarnos—. Los Rescatadores. Veréis. Existe una profecía, y habla de vosotros.