CAPÍTULO 51
WHIT
En términos de estar preparado para una emergencia, «aproximadamente un minuto» nunca ha constado dentro de la categoría «hay tiempo suficiente».
Sin embargo, ¿qué otra opción teníamos? Era correr a través de una pared o ser ejecutados.
Miré hacia Wisty.
—¿Tienes la baqueta?
Ella se levantó.
—Baqueta. Preparada.
Tomé mi diario y lo metí bajo el uniforme.
—¿Crees que podrás hacer algo con los perros del infierno? —le pregunté a la chica rayo.
Wisty se encogió de hombros, insegura.
—Lo intentaré, Whit. Pero aún estoy aprendiendo.
—Esto es lo que vamos a hacer —dije—. Una vez que salgamos de aquí, vamos a correr como locos por ese pasillo. Tú tendrás un par de segundos para intentar algo con los perros. Si no puedes lograrlo, entonces simplemente lo atravesaremos corriendo, como suelo hacer para conseguir comida. Nos daremos la mano. Corre tan rápido como puedas, incluso si nos muerden. No importa gritar, pero no podemos pararnos.
Wisty tragó saliva, algo asustada, pero decidida.
—Entendido. Gritar. No pararse.
Celia asintió.
—Estaré detrás de vosotros. A mí pueden morderme lo que quieran.
Empezaba a tener un mal presentimiento.
—¿Qué pasa si la Matrona y los guardias del pasaje del terror intentan entrar por el portal?
—No lo harán —dijo Celia—, a menos que sean curvas y no lo sepan. Si son rígidos, solo se darán un golpe contra la pared. De hecho, podría ser divertido.
De acuerdo. Así que teníamos que mirar hacia delante. Añadí rígidos a la extensa lista de términos acerca de los que tenía que preguntarle a Celia.
Me limpié las palmas, llenas de sudor, en el uniforme. Estábamos a punto de «pasar» al otro lado, ¿verdad? ¿No era eso un poco parecido a morir?