CAPÍTULO 48
WHIT
—No exactamente —dijo la figura con una voz que me quitó el aliento.
A medida que la sombra se acercaba a la escasa luz, se volvió corpórea. Ante nuestros ojos, la forma… fue llenándose… hasta parecer real. Era una chica. Y era muy hermosa.
—Celia —susurré—. Has venido.
—¡Celia! —confirmó Wisty—. ¿De dónde has salido?
Nos sonrió a los dos. La poca luz que había allí pareció condensarse en su rostro. Ya no se la veía tan pálida; lo interpreté como una buena señal. Aún había esperanza.
—Hola, Wisty —dijo Celia, con su sonrisa más dulce. Siempre había sido superagradable con Wisty, y con todos los demás: frikis de los ordenadores, deportistas, góticos, niños pequeños… no había ninguna diferencia para ella. Siempre veía lo mejor de cada persona, especialmente de mí.
—Pe… pero… ¿cómo es posible? —balbuceó Wisty, mientras Celia se movía hacia nosotros sin hacer ningún sonido. Y de repente me di cuenta de que algo era distinto: no tenía olor. Siempre había llevado un perfume de rosa silvestre, y cada vez que lo olía, mi corazón daba un vuelco y mi sangre parecía bombear más rápido. Pero ahora, cuando respiré hondo, lo único que pude oler fue el húmedo Hospital.
—¿Puedo… abrazarte? —le pregunté.
—No lo creo, pero podemos intentarlo —dijo Celia, cada vez más emocionada—. Oh Whit, por favor, inténtalo. Necesito que me abraces.
—Me gustaría poder dejaros a solas —dijo Wisty—, pero realmente no hay ningún lugar al que me pueda ir. Lo siento. Mantendré los ojos cerrados.
Con toda la delicadeza del mundo, rodeé a Celia con mis brazos. Era capaz de sentirla otra vez. Definitivamente no era de humo, ni una ilusión, pero tampoco era lo que se dice sólida. Traté de apartar su cabello para rozarle el cuello, algo que me había llevado a muchos lugares felices. Pero no podía mover su pelo.
Celia comprendió al instante. Sonrió y se lo echó hacia atrás. Ese gesto familiar… nunca pensé que volvería a verlo. Probablemente no fuera más que mi imaginación, pero sentía como si una brisa fresca llenara la celda mientras ella agitaba la melena. Las lágrimas brotaron de mis ojos. No pude evitarlo.
—Esta es la razón por la que te amo —susurró—. Eres muy especial, Whit. No entiendo todo lo que está pasando, aunque sé algo más que tú. Después de verte, no pude encontrarte de inmediato, y ninguno de los curvas podía ayudarme a volver aquí, al Hospital. Shadowland es un lugar oscuro y complicado… es muy fácil perderse… durante muchísimo tiempo.
»Entonces vuestra comadreja apareció corriendo a través de uno de los portales de Shadowland. Él fue quien me enseñó cómo llegar. Así que he venido a sacaros de este miserable Hospital, antes de que os ejecuten a ambos. El único problema es que para salir de aquí tenemos que viajar a través de Shadowland. Pero, Whit (y tú, Wisty, ya puedes abrir los ojos), no estoy segura de ser capaz de sacaros de allí una vez que entréis. Podríais quedaros atrapados para siempre.