CAPÍTULO 45

WISTY

Juraría que había dicho calabaza. ¿No dije calabaza?

—Mmm, creo que acabo de convertir a la Comadreja Parlante en un león —expresé débilmente.

—Eso parece bastante… obvio —fue todo lo que Whit pudo decir.

El león tosió, llevándose una pata al pecho.

—Ejem —carraspeó ásperamente con su voz humana. Después el enorme gato abrió la boca tanto como pudo e intentó lanzar un rugido de prueba.

—Conviértelo otra vez —dijo Whit mientras nos colocábamos contra la pared más próxima—. ¡Hazlo ya! ¡Rápido, rápido, rápido! ¡Antes de que la comadreja se percate de que lo has convertido en un carnívoro devorador de humanos! ¡Intenta decir otra cosa, algo distinto de calabaza!

El león rugió de nuevo, aún más fuerte esta vez. Parecía estar tomándole aprecio a eso de ser un león. Luego me dedicó una sonrisa. Sin embargo, lo único que fui capaz de ver, en realidad, eran dientes largos y afilados.

—Vuélvelo a transformar —me repetía Whit, sin apartar la vista del rey de la selva.

El león abrió su boca otra vez y profirió un enorme rugido. Este me empujó el cabello hacia atrás, llenando la habitación y retumbando en las paredes.

Alcé la baqueta.

—¡Bíbidi bábidi bu! —pronuncié firmemente.

No sucedió nada. Por supuesto, ¿verdad?

Me concentré. Lo divertido de la concentración es que no te das cuenta de lo poco concentrada que estás hasta que consigues concentrarte de verdad. El hecho es que no creo que nunca hubiera logrado concentrarme en algo hasta este momento, encerrada con un león muy grande en un cuarto muy pequeño.

—¡Recobra tu forma natural! —agité la baqueta otra vez—. ¡Hazlo! ¡HAZLO! ¡LO DIGO EN SERIO!

¡Boom! Relámpagos, chispas, olor acre, etcétera, y grandes cantidades de humo.

Sacudí la mano frente a mi cara para poder ver, y quedó claro que allí ya no había un león. Aunque tampoco había ningún Byron, una gran desgracia para todos los niños del mundo.

Whit y yo nos miramos, encantados, pero también absolutamente confusos.

Luego oí un gañido quejica cerca de la puerta.

—Mmm —dije.

—Mmm —dijo Whit.

No sé si las palabras forma natural se habían traducido mágicamente de la misma forma en que calabaza se convirtió en león, pero no cabía duda de que esta vez se acercaban mucho más a la realidad.

Porque Byron «Comadreja Parlante» Swain era ahora una verdadera comadreja.