CAPÍTULO 37
WHIT
—¡Celia! —la llamé, pero sentía la garganta seca y mi voz parecía no reaccionar, como si me la hubiesen arrebatado otra vez, sin mencionar todo lo que me estaban empezando a doler las rodillas.
Celia se quedó paralizada; miraba a su alrededor, como si no fuera capaz de verme a una distancia de pocos centímetros.
—¡Celia! Soy yo, Whit. Te estoy viendo. Estoy aquí. Sea lo que sea este lugar.
De repente sus ojos se posaron sobre los míos. Parpadeó por segunda vez. Luego retrocedió, sorprendida.
—Soy yo. Estoy aquí de verdad. Tú dijiste que nos encontraríamos de nuevo. En carne y hueso.
Al otro lado, Wisty continuaba llamándome, gritándome para que regresara. Pero yo no podía apartar los ojos de Celia. Su piel parecía aún más pálida que en mis sueños. Pero sus ojos todavía brillaban, me decían la verdad, y ella estaba tan hermosa como siempre, tal vez más hermosa aún. Seguía teniendo esa luz interna.
—¿Whit? —se lamió los labios (un gesto nervioso muy típico de ella) y finalmente se acercó—. Whit, ahora te veo. ¿Cómo lo has hecho?, ¿dónde estás?
—Lo creas o no, estoy en el baño de una celda, en un hospital psiquiátrico —le dije, pero mis palabras giraban y giraban lejos de mí. Sentía que debía llegar hasta ella. Tal vez podría llevar a Celia de vuelta conmigo—. ¿Qué lugar es este?
Ella me dirigió una mirada de lo más extraña y puso su mano fría sobre mi corazón.
—Whit —susurró con urgencia—, tienes que irte ahora mismo. No debes estar aquí. ¡Es peligroso!
—¿Por qué? —le solté.
—Lo siento —comenzó a decir—, pero tengo que contarte lo que me sucedió realmente.
Entonces su voz se quebró y se echó a llorar.
—Me asesinaron. Dijeron que era por ti y tu hermana. Ocurrió en este hospital, Whit. El Nuevo Orden, y el Único que es Único… es él quien está detrás de todo esto. Es tan horrible, tan poderoso…
Ahora yo también estaba llorando. Mi cuerpo temblaba y tenía las extremidades entumecidas.
—Te estoy viendo. Dijiste que nos encontraríamos. Y ahora estás conmigo. No estás muerta, Celia.
—No vuelvas aquí, Whit —me advirtió—. Esto es Shadowland. Un lugar para espíritus. Esto es lo que soy ahora. Un fantasma.