CAPÍTULO 3
WISTY
—¡Tened muchísimo cuidado con ella! —advirtió uno de aquellos inmensos hombres. Parecían una especie de fuerzas especiales y tenían grandes números blancos impresos en sus uniformes—. Ya sabéis que puede…
El otro asintió, observando mi habitación con nerviosismo.
—¡Tú! —soltó de malas maneras—. Ven con nosotros. Somos del Nuevo Orden. Si haces cualquier movimiento sospechoso, recibirás un duro castigo.
Me quedé mirándole, la cabeza me daba vueltas. ¿El Nuevo Orden? Desde luego, aquellos no eran policías normales.
—Mmm… yo… —tartamudeé—. Debería ponerme algo de ropa. ¿Podrían… dejarme sola un momento?
—¡Cállate! —gritó el primero de ellos—. ¡Agarradla! Y tened cuidado, es peligrosa. Como todos los demás.
—¡No! ¡Parad! ¿Cómo os atrevéis? —grité—. ¡Papá! ¡Mamá! ¡Whit!
Entonces me di cuenta de la verdad, que me golpeó como si me hubiera atropellado un camión. Aquello era lo que le había pasado a Celia, ¿no?
«¡Dios mío! —sentí que la nuca se me llenaba de sudor frío—. Necesito salir de aquí —pensé desesperadamente—. De alguna manera, de alguna forma».
«Necesito desaparecer».