CAPÍTULO 93

WISTY

No soy muy de soltar grititos histéricos, pero ver a un regimiento de niños-mono abalanzarse entre aullidos contra la puerta atrancada a duras penas de un minúsculo apartamento es algo que definitivamente hace que se te escape alguno que otro.

Mi grito detiene por una centésima de segundo al Equipo de Asesinos, tiempo suficiente para que Byron sople otra serie de notas en su silbato de mando.

Whit me arrincona contra la esquina de la habitación y bloquea el camino hasta mí con su propio cuerpo.

—¡Whit, esto no va a funcionar!

Por supuesto que no funciona. Los monstruitos pasan literalmente por encima de mi pobre hermano, entre alaridos de frenesí asesino. Pero no nos matan. Nos dejan a los dos maniatados, rápida, ansiosamente.

Y entonces entra Byron Swain.

—Siento las precauciones, Wisty —dice Byron. Comprueba las cuerdas de nuestros brazos y amordaza a Whit—. Pero no puedo permitirme más distracciones mientras llevo a cabo mi cometido. En caso de que pienses que no soy un tipo decente —dice mientras introduce un harapo con sabor aceitoso en mi boca—, me gustaría señalarte que no voy a dejar que mis amigos hagan trizas a Whit aquí enfrente de ti, como me han ordenado. En cambio, os enviaré a los dos juntos a presencia del Único. Tengo la impresión de que probablemente te va a someter al mismo programa de adelgazamiento que a tus padres. Entonces, como os prometió, ¡iremos todos juntos a la ejecución de los Allgood!

«No ha dicho lo que acabo de oír. No es posible que él…».

—Sí, señores. Pronto va a haber una bonita ejecución pública —sigue diciendo—. Te lo dije, Wisty. Traté de evitarlo.

«Muy bien, Byron —me digo a mí misma—. Es así de sencillo. No me has dejado otra salida. Estoy a punto de… EXPLOTAR».