CAPÍTULO 74
Un géiser de figuras voladoras se eleva desde la ciudad que Byron Swain tiene enfrente. Durante un momento, los sumerge en la sombra a él y a su Equipo de Asesinos. Aunque llamarlos «equipo» es demasiado amable, o, al menos, impreciso.
Sin duda les han lavado el cerebro para que maten a la persona cuyo olor impregnaba la escoba que fue arrojada en sus jaulas. Sin duda eran rápidos y poderosos. Tenían dientes capaces de desgarrar la carne cruda, y unas uñas largas y afiladas que parecían garras, y cortaban tanto como ellas.
«Y no eran más que chavales». Antes eran chicos humanos. Byron no está demasiado seguro acerca de lo que son ahora. Solo que son lo mejor de lo mejor en una cosa concreta: matar a otros chicos.
Está seguro de que cualquiera de ellos podría deshacerse de un adulto bien formado con un solo empujón. Una manada entera para una sola víctima parece demasiado, y el Único lo sabe. «Es como si quisiera que le trajeran a Wisty en tantos pedazos como fuera posible», piensa amargamente Byron.
Sus salvajes soldados siempre tienen hambre, y los distrae con facilidad cualquier cosa que se mueva, por si puede servir para comer. Así que cuando la extraña bandada de pájaros cuadrangulares echa a volar hacia el horizonte, los monstruitos se lanzan a correr tras ella.
«¿Qué demonios…?», se pregunta Byron, mientras trata de comprender qué es esa nube que se ha formado sobre la ciudad.
No son pájaros, sino… ¿libros? «¿Libros voladores?».
Solo puede haber una explicación para un fenómeno semejante. El Único tendría el poder de hacerlo, pero nunca liberaría una biblioteca entera.
Solo Wisteria Allgood tendría el poder y la voluntad de hacer algo así.
—Están cerca —susurra.
Al principio su corazón da un vuelco en su pecho. Puede salvarla. Eso es lo que pretende hacer.
Entonces su corazón vuelve a romperse en pedazos. No tiene sentido que salve a Wisty, ¿verdad?
—¡Están cerca! —grita a su Equipo de Asesinos, señalando la flecha majestuosa que se dibuja en el cielo—. ¡Encontradla!
No hay esperanza ni para él ni para el mundo. Él lo sabe bien, mucho mejor que todos los inocentes que viven en Freeland. Así que seguirá con el plan que ha ideado.
Byron Swain y Wisteria Allgood morirán juntos, entre las garras y los dientes de sus propios soldados rabiosos.
Byron se retrasa un poco más de lo normal. Los jóvenes asesinos seguramente no tengan la inteligencia ni la experiencia suficiente para saber qué le está sucediendo, pero no quiere que lo vean llorar.
Es solo que… le duele mucho el corazón.