CAPÍTULO 65
WISTY
Hago una pausa para mirar la nieve que cae. Su belleza es un poco falsa, pero me recuerda aquella época en la que nada podía asustarme. Y de repente ya no estoy asustada de lo que pueda pasar. Estoy en paz.
—Ante todo, quiero dar a conocer al mundo (incluyendo los curvas, los medias luces, los perdidos e incluso los zombies del Nuevo Orden) que soy una bruja y estoy orgullosa de ello.
»Todos mis poderes, sean los que sean, se los cedo a mi querido hermano, Whitford P. Allgood, mientras esté viva. A nadie más. Punto. Preferiría que un perdido me descuartizara miembro a miembro que dejar que el Nuevo Orden me extrajera los poderes.
—Gracias, hermanita —dice Whit, fingiendo estar impresionado por mis palabras.
—Le dejo mi baqueta, si es que alguna vez la encuentran, a mi madre. Si ningún Allgood me sobrevive —siento un pequeño escalofrío—, se la dejo a la señora Highsmith. Viva el rock and roll y la gente cool. Lo siguiente es que le dejo mi peluca a Janine. No tienes ni idea de lo guapa que eres, chavala. Antes hacía bromas sobre lo de que te gustara Whit…
—¿De verdad tengo que escribir eso? —salta Whit.
—Sin dejarte ni una palabra.
—Entonces habla más despacio.
—De acuerdo. Estamos con Janine. Después de la parte sobre hacer bromas, escribe: «Ahora sueño con que los dos os caséis y tengáis un montón de bebés rebeldes».
Whit pone los ojos en blanco.
—A continuación, le dejo mi guitarra eléctrica…
—Espera un momento, tú no tienes ninguna guita…
—Cierra el pico. Déjame soñar por un instante, ¿vale?
Whit asiente.
—Le dejo mi guitarra eléctrica a Sasha. Te perdono por haber mentido, porque ahora comprendo realmente por qué lo hiciste. No hay nada más importante que enfrentarse a esos arrogantes odiosos del N.O. Lo siento por no haber estado allí al final.
Voy sintiendo cómo la nieve se amontona sobre mis deportivas. «Ahora es cuando se me pondrán los dedos negros». Trato de plegarlos hacia dentro para alejarlos del frío todo lo posible.
—Y luego está Emmet. Colega, ya te echo de menos. Haces que todo sea mejor simplemente por estar ahí sonriendo. Ojalá pudiera dejarte en herencia todo lo que te mereces: un mundo nuevo, o mejor dicho, que regrese el mundo de antes. En lugar de ello, te dejo… mi pelo.
Whit vuelve a protestar, ya que no tengo pelo, pero le echo otra mirada de «cállate y sigue escribiendo».
—Espero que no lo tiraras después del trabajito de peluquería. Parece que ahora lo están tratando como si fuera el Santo Grial. Es lo único que quedará de mí después de que me vaporicen. A lo mejor, si el mundo vuelve a ser lo que era antes, puedes subastarlo por Internet.
—A algún fan fatal de Wisty que pague por él un millón de judías —sugiere Whit.
—Como si lo hubiera… —empiezo a decir.
—Yo sé de alguien que lo haría —explica él.
En ese preciso momento, la persona en la que está pensando mi hermano asoma su triste y compungida cara en nuestro triste y compungido espacio.
Tiene bastantes defectos, pero el sentido de la oportunidad de Byron es poco menos que excelente.