CAPÍTULO 62
WISTY
Una luz azulada y parpadeante, salida de no se sabe dónde, ilumina de repente el final del pasillo. Es como una de esas escenas monocromáticas de las películas de terror.
Mis padres están esqueléticos, con el rostro consumido y sin energía.
Parecen acorralados contra una pared. El cabello de mi madre, que era espeso y rizado, está liso y apagado por el sudor. Tiene los ojos abiertos de par en par mientras mira, alarmada, hacia la oscuridad. «No puede vernos, ¿verdad? Creo que no».
Y los ojos de mi padre están cerrados. Está tan delgado… y se le ve sin fuerzas. ¿Está…?
No me atrevo siquiera a considerar esa posibilidad. Es imposible de asumir.
—¡Papá! —vuelvo a chillar.
Entonces veo un enorme animal que se abre camino desde la oscuridad. Mi madre vuelve a gritarnos:
—¡Volved atrás! ¡Os lo suplico! ¡Alejaos de nosotros!
La criatura merodea alrededor de nuestros padres. Whit me aferra con más fuerza. La carne de la criatura se está cayendo a pedazos, y su boca chorrea sangre. Su cráneo está pelado, y aquí y allá tiene pedazos sueltos de pelo.
«¿De quién es la sangre que tiene en el hocico?». Que no sea la de mis padres…
De repente, la luz en ese espacio informe se hace más brillante. Veo que las cuerdas que sujetan a mis padres se iluminan con un inquietante color azul, como las que vi en el Centro de Recompensas, donde me dejaron seca.
—¡Tenemos que librarnos de esa cosa, Whit! ¡Ahora! ¡Si tú no me ayudas, lo haré sola!
La voz de Byron susurra desde atrás, con inquietud:
—¡No, Wisty! Es un perdido, un devorador de espíritus. ¡Si consigue alcanzarte, estás muerta! Ni siquiera tú puedes vencerlo.
—Me da igual —grito, tratando de liberarme del brazo de Whit—. Voy a quemarte, Whit, te juro que lo haré.
—Wisty, solo espera un segundo —los ojos de mi sorprendido hermano están fijos en la escena, pero de repente me suelta—. ¡Au! —chilla—. ¡Te has atrevido!
Estoy brillando en la oscuridad. Siento que mi cuerpo alcanza una temperatura cada vez mayor. Soy una antorcha humana. ¿Es posible que mi magia se esté haciendo cada vez más fuerte?
—Puedo hacerlo, mamá y papá, voy a ir a por vosotros… ¡No os preocupéis!
—¡No! ¡Vuelve atrás! —solloza mamá—. ¡Te lo advierto, Wisty! ¡Y a ti también, Whit!
Avanzo por el pasillo, con Whit a solo un paso por detrás. ¡Sabía que iba a luchar! La criatura se gira y nos mira, y empieza a dar tumbos hacia mí. Veo el pelaje sangriento y podrido que cuelga bajo su mandíbula. Entonces traspaso la barrera virtual de su hediondo aliento.
Mientras salto hacia la criatura, solo puedo pensar en una tigresa que ataca a un chacal rabioso en la oscuridad. Me concentro en la sensación de las garras que salen de mis dedos, lo bastante afiladas como para desgarrar en pedazos a esa horrible bestia.
«Por favor, por favor, que mi magia funcione…».
Entonces quedo atrapada por una masa de pelo, huesos y dientes.