CAPÍTULO 52

WISTY

Mi primer choconcurso tiene lugar en el Extrasium, lo que viene a ser un gimnasio para extradotados, que es como llaman a los chicos que creen que pueden tener capacidades energéticas, la manera en la que llaman a lo que se conoce popularmente como magia.

Hay que hacer levitar pesos, transmogrificar botellas con distintos líquidos (ya, yo tampoco sé lo que significa eso), doblar barras de metal, prender en llamas latas de aceite. También hay conejos y ratones enjaulados con un propósito que desconozco. ¿Será para cambiarles el color del pelaje?

Crossley, que hace como si nuestro encuentro de ayer no hubiera sucedido, me cuenta que los chicos llaman a estos concursos «combrujiciones», y que no debe salir de entre nosotros, lo mismo que en su jerga llaman «M» a la magia.

ASEE, como la mayoría de los mandos del Nuevo Orden, carece completamente de sentido del humor. Así que no estamos aquí para pronunciar hechizos, sino para demostrar «potencialidades de extradotación» y transmitir «energías biocinéticas».

La voz de ASEE, suave como la mantequilla, llena la habitación.

—Estudiantes, uníos a vuestros compañeros en la estación de trabajo identificada en el panel de asignaciones y esperad nuevas instrucciones. Tenéis sesenta segundos para completar la tarea asignada.

Miro al tablero y suelto un gemido. Whit ha sido emparejado con una monada de nombre Cherry Lu que le ha estado poniendo ojitos desde que llegamos aquí. ¿Y yo?

Genial.

Me ha tocado Byron «La Comadreja No Mágica Que No Debería Estar Aquí Para Empezar» Swain. El «informante» Swain, futuro media luz.

Suspiro profundamente para ser capaz de resistir las ganas de estrangularlo. «Concéntrate, Wisty. Debes ganar el concurso —trato de recordarme—. Hazlo por el chocolate».

Byron y yo nos dirigimos a nuestro puesto, un tablero de madera con una serie de bombillas y una especie de gran tambor metálico conectado con ellas. Mientras vamos para allá, le paso el brazo por la cintura, pero solo porque llevo un lápiz en la mano que le estoy clavando en el costado lo más hondo que puedo.

Ni siquiera se resiste.

—Te odiaré siempre —digo entre dientes—. Siempre, ¿me oyes? Eres un criminal. Un espía de Freeland. Probablemente eres el motivo de que Whit y yo estemos aquí.

Byron no responde. Solo parece… triste.

—A la de tres —dice ASEE— volveréis la hoja de instrucciones de vuestro puesto. El primer equipo en completar con éxito la tarea descrita obtendrá un viaje a la sala de recompensa del Centro Mundo Feliz… donde está el chocolate. ¡Preparados!

Aparto a Byron de en medio y le echo una mirada amenazante para que sepa que no debe inmiscuirse.

—Seguro que también es culpa tuya que Eric me traicionara… —continúo.

—Uno…

—… y que Margo muriera —le acuso—. Eres un asesino.

—Dos…

—¿Qué tienes que decir en tu defensa, sabandija vil y miserable? —poso las manos sobre la lámina de instrucciones.

Byron me mira a los ojos.

—¡Tres! —anuncia ASEE.

—Te lo juro, Wisty —susurra Byron—, todo lo que he hecho era para protegerte, no para hacerte daño. Te lo juro por encima de mi cadáver. Y de todas maneras moriré pronto. Moriría por ti.

Doy la vuelta a la tarjeta y… «No es posible».

«Buenos días, damas y caballeros. ¡La Chica Inflamable se presenta en su puesto!».