CAPÍTULO 29

WHIT

—¿Qué pasa? —me pregunta Wisty mientras se escapa del patético abrazo de Byron. Normalmente, estaría dispuesto a darle una lección por poner sus pavorosas garras sobre mi hermana, pero en este momento me siento aliviado de que no sea uno de los falsos rockeros que andaban husmeando por Garfunkel’s.

Estoy bastante seguro de que se encuentran en alguna parte, y de que definitivamente van en busca de mi hermana. Tengo cada vez más claro que ella tiene algo que ellos quieren… con urgencia.

—Espías del Nuevo Orden —le cuento—. Y te están buscando a ti, Wisty. Así que la próxima vez que decidas subirte al escenario de un concierto atestado de gente, ¿me avisarás con antelación? Ya sabes, para que pueda decirte que me parece una idea descabellada.

—¿Eh? ¿Qué espías? —me pregunta, con aspecto solo ligeramente preocupado. Mientras, sus ojos se clavan en algunos de los rockeros que están siendo ahogados por las gorjeantes admiradoras al otro lado de la habitación.

—Wisty, escúchame. Con atención. Unos tipos vinieron a Garfunkel’s preguntando por ti y por el concierto. Vestían como les habría dicho un viejo que hay que vestirse para un concierto de rock. Eran obviamente de la Patrulla Ciudadana del Nuevo Orden, o algo peor.

Su cabeza se desvía de nuevo hacia la horda de fans, así que le pongo las manos a ambos lados del rostro y la vuelvo a poner cara a cara conmigo.

—Eh, vale —mi hermana parpadea varias veces, procesando por fin lo que le cuento—. ¿Están aquí? ¿Debería preocuparme?

—Los envié en la dirección contraria, pero no creo que se lo tragaran. Será mejor que salgamos de aquí —tomo su mano, pero ella se suelta.

—¡Whit, estoy bien! Este es probablemente el sitio más seguro de la ciudad. Nos rodea como un billón de gente de Freeland cargada de odio hacia el Nuevo Orden. Por no mencionar que la mitad de ellos están armados.

—Con armas de plástico —le recuerdo, frunciendo el ceño—. Van disfrazados, por el amor de Dios.

Wisty se encoge de hombros.

—Disfraces, lo que tú digas, no importa. Somos prácticamente intocables aquí abajo. ¿No lo sientes? Es una cosa maravillosa.

Sus ojos todavía muestran un brillo de euforia que no acabo de comprender. Tengo una visión del futuro: Wisty, estrella de rock, siendo entrevistada veinticinco años después del comienzo del declive de su carrera. «Aquella noche me echaron algo en la bebida, insiste. No me di cuenta. Pero después de eso, me volví drogadicta».

Sacudo a mi hermana, y su cabeza se menea como la de un muñeco articulado.

—¡Wisty, despierta! Sé que no me crees, pero tengo el presentimiento de que algo realmente malo está a punto de suceder.

—Quieres decir algo malo «como un perro rabioso, infectándome» —canturrea Byron, metiéndose donde no le llaman, como de costumbre—, «mientras brilla mi fuego interior, mientras crece tu fuego exterior».

Pero qué demonios, ¿qué acaba de soltar la comadreja? Esos versos son míos. De mi diario.

—Pero ¿qué…? —es como si se me fueran a salir los ojos de las órbitas—. ¿Has estado leyendo mi diario, gilipuertas?

Pierdo el control y lo agarro por el cuello. Ya he tenido suficiente del autoproclamado líder de la semana.

Wisty sale finalmente de su trance.

—¡Whit! —exclama, mientras trata de separarme de Byron. ¡Es la primera vez que ella le defiende a él! ¿No os había dicho que el mundo estaba al revés?—. Byron estaba repitiendo la letra de la canción que yo acabo de cantar. Ahí en el escenario.

¿Eh? No sé cómo no he escuchado la letra cuando me acercaba hasta aquí. Andaba tan concentrado en comprobar que ella estaba a salvo. Espera un minuto…

«¿Wisty ha estado leyendo mi diario? Pero ¿qué…?».

Libero a Byron con un empujón extra para que no pierda la costumbre. Miro a Wisty, con la esperanza de haberla entendido mal.

—¿Eso era lo que estabas cantando? ¿Textos de mi diario?

—¿Ni siquiera estabas escuchándome? —dice ella, y suaviza su voz—. Era un homenaje a tu talento, Whit. Me encanta lo que escribiste.

Wisty trata de retenerme, pero ya estoy saliendo de la habitación.

—¡Os merecéis el uno al otro! —les grito desde la distancia, a ella y al traidor.