CAPÍTULO SESENTA Y SEIS
Grace
–9 °C
Cada paso que daba hacia el comedero de los pájaros me acercaba más al bosque. Me llegó el olor de la maleza escarchada, de los arroyuelos que corrían perezosamente bajo una capa de hielo, del verano que dormía en los esqueletos de los árboles. Algo en aquellos árboles me hizo pensar en los aullidos de los lobos durante la noche y en el bosque dorado de mis sueños, oculto ahora bajo la nieve. Añoraba aquel bosque.
Añoraba a Sam.
Di la espalda a los troncos y posé la bolsa de alpiste en el suelo. No tenía mucho que hacer: sólo rellenar el comedero, volver a casa y hacer la maleta para marcharme con Rachel a un lugar en el que tratar de olvidar los secretos escondidos en aquel bosque.