24

Vinnie de mi alma:

Te escribo desde París, pero es lo único que puedo decirte sobre dónde estoy y lo que hago. No esperes nombres de calles, ni una descripción de mi trabajo. De hecho no puedo darte ningún dato; sólo puedo contarte lo que siento, pero me gusta podértelo explicar.

No desaparecí porque ya no te quisiera. Me esfumé, literalmente, y en muchísimos sentidos me alegro. La verdad es que lo único que lamento, cada día más, es haberme separado de ti.

Cariño, te quiero como no se tiene derecho a querer. Te quiero tanto, que es a la vez un sufrimiento y un placer; te quiero con tanta pasión que renunciaría gustosamente a la vida antes que a mi amor. Eres lo que respiro, lo que como, mis sueños y mis fantasías. Cuando me duele el cuerpo —y últimamente me duele bastante—, pienso que es por mis ansias de ti. Si tengo hambre, es de ti. Y nunca duermo sin tenerte a mi lado.

Cuando canto —pocas veces, salvo por dentro—, mi música eres tú.

Ignoro si recibirás esta carta. Puede que estés en el ejército americano que vendrá a liberar Francia, y que me liberes a mí. Pero lo más probable es que no volvamos a vernos, salvo con los ojos del corazón. Yo ya me he resignado. Haberte conocido, haberte querido, haber hecho el amor y haber tocado música contigo es suficiente para toda una vida, más plena que la de cualquier otra persona, aunque durara cien años.

Rezo porque tengas una vida larga y feliz, porque encuentres otro amor —pero no tan profundo, emocionante y pleno como el nuestro— y te acuerdes de mí al quererla.

Por mi parte, te seguiré siendo fiel hasta el final de mis días.

¿Te acuerdas de la sonata de Schumann que tocamos? Entonces te enseñé a que te gustara Schumann. Ahora voy a decirte cómo se llama la canción más bonita que escribió: Ich grolle nicht. «No estoy enfadado».

No estés enfadado conmigo por haberte abandonado, tesoro de mi alma. No te he abandonado. Siempre estoy contigo, y siempre lo estaré.

Tu Mia.