INGREDIENTES
Un conejo.—Una cebolla grande.—Doce almendras tostadas.—Un vaso de vino blanco.—Media copa de coñac.—Aceite.—Ajo, perejil, sal.—Un trozo de hígado del conejo.—Un trozo de laurel pequeño.
PREPARACIÓN
El conejo no debe prepararse recién muerto. Necesita estar un día entero al aire, colgado por las patas traseras. Pasadas veinticuatro horas se procede a cortarlo por los juegos en trozos; no conviene que sean demasiado pequeños. Se machaca en el mortero abundante ajo, se agrega un chorro de vino blanco y se sazona con ello, dejándolo reposar durante hora y media en sitio fresco. Pasado ese tiempo se sazona de sal y se rehogan las tajadas en aceite bien caliente hasta que estén muy doradas. En este punto se van colocando en una tartera; cuando está todo rehogado se agrega la cebolla cruda, picada menuda y el laurel. Se machaca en el mortero uno o dos dientes de ajo (según el tamaño) con unas ramas de perejil y las almendras, se deslíe con medio vaso de vino blanco y se vierte sobre el conejo; se rocía con el coñac y se agrega el aceite de rehogarlo hirviendo y colado, y el hígado crudo. Se tapa la tartera y se deja cocer lentamente dándole vueltas de vez en cuando, agregando agua fría, en pequeñas cantidades, si fuera necesario. Se cuece hasta que esté muy tierno. Para servirlo se pasa la salsa con el hígado por el pasapuré. Si quedara muy espesa se adelgaza con un poco de agua. Si se quiere se puede poner cuando el laurel una pizca de tomillo.