Huey Lewis and the News

Huey Lewis and the News irrumpieron en la escena musical de la nación desde San Francisco, a comienzos de la década, con el álbum de pop-rock de su mismo nombre lanzado por Chrysalis, aunque no se encontraron de verdad a sí mismos, comercial y artísticamente, hasta su gran éxito de 1983, Sports. Aunque sus raíces eran visibles (blues, Memphis soul, country) en Huey Lewis and the News parecían excesivamente deseosos de aprovecharse del gusto de finales de los setenta/primeros de los ochenta por la New Wave, y el álbum —aunque todavía es un extraordinario debut— parece un poco rígido, excesivamente punk. Ejemplos de esto se encuentran en la batería del primer single, «Some of My Lies Are True (Sooner o Later)», y en las falsas palmas de «Don’t Make Me Do It», así como en el órgano de «Taking a Walk». Aunque eran un poco forzadas, sus letras estaban llenas de vida de chico-quiere-a-chica y la energía que Lewis, como cantante solista, proporcionaba a todas las canciones, las hacía refrescantes. Cuentan con un gran guitarra solista como Chris Hayes (que también colabora en las partes vocales). Los solos de Hayes son tan originales y poco previsibles como pocos de los del rock. Sin embargo el teclista, Sean Hopper, parecía demasiado aplicado a tocar el órgano de modo excesivamente mecánico (aunque sus interpretaciones al piano de la segunda mitad del álbum mejoran), y Bill Gibson, a la batería, resultaba demasiado apagado para tener excesivo impacto. Las canciones tampoco maduraron hasta mucho más tarde, aunque muchas de las más pegadizas contenían fragmentos de añoranza y sentimiento y temor («Stop Trying» es un ejemplo).

Aunque los chicos proceden de San Francisco y comparten algunas similitudes con sus contrafiguras del sur de California, los Beach Boys (espléndidas armonías, vocalización sofisticada, hermosas melodías, incluso posaban con una tabla de surf en la cubierta de su primer álbum), también arrastraban algo de la desolación y nihilismo del (afortunadamente ya olvidado) ambiente «punk rock» de Los Ángeles de la época. ¡Hablando de jóvenes airados!, escúchese a Huey en «Who Cares», «Stop Trying», «Don’t Even Tell Me That You Love Me», «Trouble in Paradise» (los títulos lo dicen todo). Huey ataca las notas igual que un salvador amargado, y la banda a menudo suena tan airada como intérpretes tales como los Clash o Billy Joel o Blondie. Nadie debe olvidar que tenemos que agradecerle a Elvis Costello el descubrimiento de Huey. Huey tocaba la armónica en el segundo disco de Costello, el ligero e insípido My Aim Was You. Lewis tiene algo de la supuesta amargura de Costello, aunque Huey tiene un sentido del humor más amargo, más cínico. Elvis parece creer que el juego de palabras intelectual es tan importante como el pasarlo bien y el mezclar cinismo con buen humor, pero me pregunto ¿qué piensa Costello de Lewis vendiendo muchísimos más discos que él?

Las cosas parecieron mejorar para Huey y los chicos con el segundo álbum, de 1982, Picture This, que contenía dos semihits, «Workin’ for a Livin» y «Do You Believe in Love», y el hecho de que coincidiera con la aparición de los vídeos (se hizo uno de cada canción) es indudable que contribuyó a las ventas. El sonido, aunque todavía hormiguease de recursos New Wave, parecía más enraizado en el rock que el del álbum anterior, lo que podía tener algo que ver con el hecho de que Bob Clearmountain mezcló el disco o de que Huey Lewis and the News cogieron las riendas de la producción. Sus letras se hicieron más sofisticadas y el grupo no tuvo miedo de explorar tranquilamente otros géneros —notablemente el reggae («Tell Her a Little Lie») y las baladas («Hope You Love Me Like You Say» e «It Is me?»)—. Pero con toda su potencia pop, el sonido y la banda parecen, afortunadamente, menos rebeldes, menos cabreados, y en este disco (a pesar de la amargura muy de obrero de «Workin’ for a Livin»), parecen más interesados por las relaciones personales —cuatro de las diez canciones del álbum llevan la palabra «amor» en el título— que por presentarse como unos jóvenes nihilistas, y los buenos tiempos agradables que se desprenden del disco suponen un cambio sorprendente, contagioso.

La banda toca mejor de que lo hacía antes y los metales de la Tower of Power proporcionan al disco un sonido más abierto, más cálido. El álbum alcanza su cumbre con el punch uno-dos de «Workin’ for a Livin» y «Do You Believe in Love», que es la mejor canción del álbum y trata esencialmente del cantante que le dice a una chica a la que ha conocido mientras «buscaba a alguien a quien conocer», si «cree en el amor». El hecho de que la canción nunca resuelva la cuestión (nunca nos enteramos de lo que dice la chica) le proporciona una complejidad añadida que no aparecía en el primer disco del grupo. En «Do You Believe in Love» hay también un tremendo solo de saxo de Johnny Colla (el chico le da cien vueltas a Clarence Clemons), el cual, como Chris Hayes a la guitarra solista y Sean Hopper a los teclados, ya se ha convertido en un elemento inestimable de la banda (el solo de saxo en la balada «It Is Me?» es incluso más potente). La voz de Huey suena más penetrante, menos crispada, aunque todavía quejumbrosa, especialmente en «The Only One», que es una canción conmovedora sobre lo que les pasa a nuestros mentores y cómo terminan (la batería de Bill Gibson es especialmente vital en este corte). Aunque el álbum debería haber terminado con esa poderosa nota, termina con «Buzz Buzz Buzz» un blues a olvidar que no tiene demasiado sentido comparado con el tema que le precedía, pero a su modo juguetón resulta divertido, y los metales de Tower Power están en una forma excelente.

No existen esos errores en el tercer álbum de la banda y obra maestra sin defecto, Sports (Chrysalis). Todas las canciones tienen fuerza suficiente para ser grandes éxitos y muchas de ellas lo fueron. De hecho, convirtió a la banda en uno de los iconos del rock’n’roll. Ha desaparecido por completo la imagen de malos chicos y se impone una nueva dulzura de jóvenes estudiantes (incluso tienen la ocasión de decir «culo» en una de las canciones y en lugar de eso deciden utilizar un eufemismo). Todo el álbum tiene un sonido limpio, fresco, y un nuevo brillo de profesionalidad consumada que proporciona a las canciones del álbum un gran empuje. Y los absurdos y originales vídeos hicieron que se vendiera el álbum («Heart and Soul», «The Heart of Rock’n’Roll», «If This Is It», «Bad Is Bad», «I Want a New Drug»), convirtiéndolos en superestrellas de la cadena de vídeos musicales.

Producido por una banda, Sports se abre con lo que probablemente se convertirá en su canción más conocida «The Heart of Rock’n’Roll», una amorosa oda al rock’n’roll de todos los Estados Unidos. La sigue «Heart and Soul», su primer gran single, que es una canción marca registrada de Lewis (aunque la hayan compuesto Michael Chapman y Nicky Chinn) y la que los estableció firmemente y para siempre como la primera banda de rock del país durante los años ochenta. Si las letras no son tan perfectas en otras canciones, la mayoría son más que sólidas y el conjunto es una graciosa empresa sobre el error que son los ligues de una noche (un mensaje que anteriormente el pendenciero Huey nunca hubiera difundido). «Bad Is Bad», compuesta por Lewis en solitario, es la canción más blues que la banda hubiera grabado hasta el momento, y la interpretación al bajo de Mario Cipollina le añade brillo, pero son realmente los solos de armónica de Huey los que le proporcionan ángulos. «I Want a New Drug», con sus riff killer de guitarra (cortesía de Chris Hayes), es la pieza central del álbum, no sólo la más grande canción antidroga jamás compuesta, también es una declaración personal sobre lo que ha crecido la banda, eliminando su imagen de malos chicos y aprendiendo a ser más adultos. El solo de Hayes en ella es increíble y la batería que suena, aunque no se dice quién la toca, proporciona no sólo a «I Want a New Drug», sino a la mayor parte del álbum un ritmo más consistente que en cualquiera de sus álbumes anteriores, aunque todavía se agradezca la presencia de Bill Gibson.

El resto del álbum es perfecto, la segunda cara se abre con su declaración más intensa hasta el momento: «Walking on a Thin Line», y nadie, ni siquiera Bruce Springsteen, ha escrito de modo tan devastador sobre la difícil situación de los veteranos de Vietnam en la sociedad moderna. Esta canción, aunque no fue compuesta por miembros del grupo, muestra una conciencia social que para la banda era nueva y demuestra a cualquiera que lo hubiese dudado que la banda, aparte de su fondo de blues, tenía corazón. Y nuevamente con «Finally Found a Home» la banda proclama su recién descubierta sofisticación con este himno triunfal a la edad adulta. Y aunque al mismo tiempo es sobre su pérdida de la imagen de rebeldes, también es sobre cómo «se encontraron a sí mismos» en la pasión y energía del rock’n’roll. De hecho la canción funciona a tantos niveles que casi resulta demasiado compleja para el álbum, aunque nunca pierde el ritmo y todavía cuenta con los teclados de Sean Hopper, que la hacen bailable. «If This Is It» es la única balada del álbum, pero no es pesimista. Se trata de una súplica que un amante le dirige a otro para que continúen su relación, y el modo en que la canta Huey (sin duda la mejor parte vocal del álbum), le hace destilar esperanza. Esta canción —como el resto del álbum— nuevamente es sobre la búsqueda de chicas o su añoranza, sobre las relaciones con ellas. «Crack me Up» es el único hit del álbum que se refiere a la época New Wave de la banda, y es menor pero divertida, aunque sus declaraciones anti-alcohol, anti-droga, a favor de la edad adulta, no lo son.

Y como delicioso final a un álbum extraordinario en su conjunto, la banda hace una versión de «Honky Tonk Blues» (otra canción compuesta por un individuo que no es de la banda y que se llama Hank Williams), y aunque se trate de un tipo de canción muy diferente, se puede notar su presencia a lo largo de todo el álbum. Con toda su brillantez profesional, el álbum tiene la integridad del honky-tonk blues. (Aparte de eso, durante este período Huey también grabó dos canciones para la película Regreso al futuro, que fueron número uno: «The Power of Love» y «Back in Time», las dos deliciosas, no notas a pie de página, en lo que ha adquirido forma de carrera legendaria). ¿Y qué decir a los que no les gustó Sports? Que nueve millones de personas no pueden estar equivocadas.

Fore! (Chrysalis, 1986) es esencialmente una continuación del álbum Sports, pero con más brillantez profesional. Se trata de un álbum donde los chicos no necesitan demostrar que han crecido y que han aceptado el rock’n’roll, pues en los tres años de transición entre Sports y Fore! es indudable que han crecido. (De hecho tres de ellos llevan traje en la cubierta del disco). Se abre con una llamarada, «Jacob’s Ladder», que es esencialmente una canción sobre la lucha y el triunfo del compromiso, un recuerdo oportuno de lo que representan Huey and The News, y con la excepción de «Hip To Be Square» es la mejor canción del álbum (aunque no la compuso ninguno de los miembros de la banda). La seguía la dulce y amable «Stuck With You», un himno triunfal a las relaciones fijas y el matrimonio. De hecho la mayoría de las canciones de amor del álbum son sobre relaciones sostenidas, a diferencia de las de los primeros álbumes, donde el interés se centraba en andar detrás de las chicas y no conseguirlas o quemarse en el proceso. En Fore! las canciones son sobre chicos que mantienen el control (que ya tienen a las chicas) y ahora deben entendérselas con ellas. Esta nueva dimensión de los News proporciona al disco un magnetismo especial y les hace parecer más contentos y satisfechos, menos apremiantes, lo que lo convierte en el más placenteramente elaborado de los suyos hasta la fecha. Pero también está «Doing It All for My Babe» (una oda deliciosa sobre la monogamia y la satisfacción), y hay un blues tremendo como «Whole Lotta Lovin», y la primera cara termina con la obra maestra «Hip to Be Square» (a la que, irónicamente, acompaña el único vídeo malo de la banda), la canción clave de Fore!, y es una jovial oda al conformismo tan pegadiza que la mayor parte de la gente ni siquiera presta atención a la letra, pero con Chris Hayes arrasando a la guitarra y las tremebundas intervenciones de los teclados… ¿a quién le importa? Y no trata sólo de los placeres del conformismo y la importancia de las tendencias, también constituye una declaración personal sobre la propia banda, aunque no estoy completamente seguro de lo que afirman.

Aunque la segunda parte de Fore! no tiene la intensidad de la primera, contiene auténticas joyas que de hecho resultan bastante complicadas. «I Know What I Like» es una canción que Huey nunca habría cantado seis años atrás —una categórica declaración de independencia—, mientras «I Never Walk Alone», —tan estratégicamente situada— que la sigue, de hecho complementa la canción y la explica en términos más amplios (también tiene un gran solo de órgano y, si se exceptúa «Hip to Be Square», contiene la más intensa interpretación vocal de Huey). «Forest for the trees» es un animoso corte contra el suicidio, y aunque su título parece un cliché, Huey y la banda poseen un modo de dar energía a los clichés y convertirlos en algo completamente original. El estupendo a capella «Naturally» evoca una edad de inocencia mientras destacan las armonías vocales de la banda (si uno no lo supiera, creería que eran los Beach Boys los que salen del lector de CD), y aunque sea esencialmente una vuelta al pasado, una especie de insignificancia, el álbum termina con una nota majestuosa con «Simple as That», una balada sobre un obrero que suena no a resignación sino a esperanza, y su complejo mensaje (no fue compuesta por ninguno de la banda) de supervivencia abre el camino a su siguiente álbum, Small World, donde se ocupan de cuestiones globales. Fore! puede que no sea la obra maestra que era Sports (¿qué podría superar eso?), pero a su modo es tan satisfactorio, y el más dulce y agradable Huey del año 86 es tan intenso como siempre.

Small World (Chrysalis, 1988) es el disco más ambicioso y artísticamente más logrado de los producidos nunca por Huey Lewis and the News. El joven airado ha sido remplazado definitivamente por un refinado músico profesional y aunque Huey sólo haya conseguido dominar de verdad un instrumento (la armónica), su majestuoso sonido dylaniano proporciona a Small World una grandeza que pocos artistas han alcanzado. Es una obra de transición evidente y el primero de sus álbumes que trata de tener sentido temático en su conjunto —de hecho Huey se ocupa de uno de los asuntos más importantes de todos: la importancia de la comunicación global—. No es extraño que cuatro de las diez canciones del álbum lleven la palabra «mundo» en el título y que por primera vez no haya sólo uno, sino tres temas instrumentales.

El CD arranca con un comienzo estimulante, el «Small World (Part One)», de Lewis/Hayes, que junto con su mensaje de armonía, tiene un intensísimo solo de Hayes en el centro. En «Old Antone’s» uno puede percibir las influencias del zydeco de Louisiana que la banda ha adquirido durante sus giras por el país, lo que le da un sabor cajún que es único. Bruce Hornsby toca maravillosamente el acordeón y las letras proporcionan un sentido del auténtico espíritu de los bayou. Nuevamente, en el hit en single «Perfect World», los metales de Tower of Power se utilizan con un efecto extraordinario. También es el mejor corte del álbum (compuesto por Alex Call, que no es de la banda) y une todas sus líneas temáticas —es sobre la aceptación de las imperfecciones de este mundo pero sin olvidar que «seguimos soñando que vivimos en un mundo perfecto»—. Aunque la canción es pop acelerado, resulta conmovedora en lo que se refiere a sus intenciones y la banda toca espléndidamente. Extrañamente va seguida por dos temas instrumentales: el mágico corte bailable de reggae con influencias africanas «Bobo Tempo» y la segunda parte de «Small World». Pero aunque estas canciones no tengan letra, no por ello se pierde el mensaje global de comunicación, y no parecen de relleno debido a las implicaciones de las repeticiones temáticas; la banda también demuestra su habilidad para las improvisaciones.

La segunda cara se abre de modo aplastante con «Walking with the Kid», la primera canción de Huey en la que acepta las responsabilidades de la paternidad. Su voz suena a madura y aunque nosotros, en cuanto oyentes, no nos enteramos hasta el último verso de que «el niño» de hecho es su hijo, la madurez de la voz de Huey nos convence y es difícil creer que el hombre que una vez cantó «Heart and SouI» y «Some of My Lies Are True», esté cantando esto. La gran balada del álbum, «World to Me», es una perla soñadora, y aunque trata del mantenimiento de una relación, también hace alusiones a China y Alaska y Tennessee, apoyándose en el tema «Small World» y la banda suena bien de verdad en ella—. «Better Be True» también tiene algo de balada, pero no es una perla tan conseguida y su letra no es sobre el mantenimiento de una relación ni hace referencias a China o Alaska y la banda suena bien de verdad.

«Give Me the Keys (And I’ll Drive You Crazy)» es un blues agradable sobre (¿qué si no?) el circular en coche por ahí, e incorpora el tema del álbum de un modo mucho más juguetón que en las canciones anteriores, y aunque la letra resulte un tanto pobretona, da señal del nuevo Lewis «serio» —ese Huey artista— que ha perdido por completo su vivo sentido del humor. El álbum termina con «Slammin», que no tiene letra y es solo la suma de muchos metales y que, francamente, si lo pones demasiado fuerte, pueden provocarte un dolor de cabeza bastante jodido y puede que hasta te sientas un poco mareado, aunque quizá suene de modo diferente en un LP o en casete, cosa que no puedo asegurar. De cualquier modo, hizo que surgiera algo maligno en mi interior que me duró. Y no se puede bailar muy bien.

Exigió algo así como cien personas (incluyendo a los no músicos, como técnicos de sonido, contables y abogados, a todos los cuales se les dan las gracias), componer el disco, pero esto de hecho contribuye al tema de comunidad del CD y no desordena la grabación —hace que sea una experiencia todavía más gozosa—. Con este CD y los cuatro precedentes, Huey Lewis and the News demuestran que si de verdad éste es un mundo pequeño, estos chicos son la mejor banda norteamericana de los años ochenta de este o de cualquier otro continente, y todo tiene relación con Huey Lewis, un cantante, músico y compositor que ha llegado a la cumbre.