Agradecimientos

Empecé a escribir estas notas para mí misma, sin ninguna intención de que las leyera nadie; pero luego, mientras estaba en Filipinas, mandé algunas páginas, en forma de carta, a unos cuantos amigos. Quiero darles las gracias a Arlene Bernstein, a Marti Sternberg y a mi madre por haber dicho «mándame más». Eso me impulsó a seguir escribiendo cuando hubiera podido dejarlo de hacer. El año pasado, mi marido leyó todas mis notas, consideró que podían transformarse en un libro y me animó a publicarlas. Se lo agradezco. Y quiero agradecer también a Fred Roos el haberme asignado el editor perfecto, Nan Talese, cuya visión, gusto y preocupación por todos los detalles le dieron forma al libro y perfilaron su contenido.