Este libro no podría haberse escrito sin la ayuda de gente muy especial. Tengo que dar las gracias a mis amigos de El Cairo, en particular a la familia Ragah: Ahmed, Abd al-Wahab, Sana’a y Fatma; al doctor Jadiya Yussuf, por hacerme conocer el feminismo árabe y los derechos de la mujer egipcia actual; a Samira Aziz, por mostrarme una maravillosa visión de la vida en las aldeas del Nilo; a Humayra Ajavani, por explicarme sus experiencias de una mujer musulmana que trata de acomodarse al estilo de vivir estadounidense. Y muy especialmente a Sahra (Carolee Kent, de Riverside, California), danzarina del Meridien Hotel de El Cairo, por dedicarme generosamente su tiempo, por su espléndido retrato de la vida de las danzarinas en Egipto y por darme permiso para usar su descripción de la zeffa, la procesión de bodas. Tengo asimismo una deuda con Anne Draper, de Riverside, y mis amigas danzarinas del Oriente Próximo, por su apoyo y aportaciones. Artemis de Pacific Grove y el equipo de la librería Sisterhood de Westwood merecen mi reconocimiento por sus esfuerzos —y su éxito— por completar mis investigaciones. Finalmente, no podría haber escrito este libro sin el soporte y ánimos de mi esposo, George.