27

Lucy se quedó petrificada al ver los girasoles encima del escritorio. Los observó mientras esperaba, inquieta. Pensó que podría tratarse de una broma que sólo ella y Alex estaban en condiciones de comprender, o que tal vez él sencillamente se los había regalado a Emma. La secretaria soltó una carcajada cuando Alex apareció en respuesta a un aviso en el busca. Él y Lucy estaban vestidos con los mismos colores. El doctor Stafford había combinado su traje negro con una camisa gris claro y una corbata de seda del mismo color. La coincidencia recordaba a un cuadro de James Whistler, era una suerte de sinfonía en gris, pero sin el verde.[14] Alex se detuvo abruptamente cuando vio los girasoles.

—¡Vaya, pero si visten con los mismos colores! Eso es algo fuera de lo común —exclamó Emma.

Él dejó caer unas carpetas cerca de las flores y admiró el aspecto formal y elegante de la inesperada visitante con ojos vivaces. Lucía un traje de chaqueta y pantalón de satén gris acero y unas botas con tacones finos. El guardarropa informal que él conocía estaba compuesto por prendas femeninas y holgadas, de diversos colores claros. Esa Lucy enérgica y profesional era nueva y misteriosa para Alex. Ella registró el halago que expresaba su mirada, pero se sintió cohibida por la presencia de la secretaria.

—¿Hay algún lugar donde podamos hablar?

Él la invitó a pasar a la oficina con un gesto inusualmente infantil. Luego se apoyó en su escritorio y adoptó una actitud más seria. Los grandes cristales impedían que el lugar fuera totalmente privado.

—Te han llamado —adivinó Alex.

—Todo está en orden. ¿Puedes entregarle estas copias a Calvin? —pidió Lucy, dándole un sobre—. Él será el correo. Me han dado un plazo de una semana para encontrar los originales. Pedí más tiempo, pero no accedieron. Si la suerte nos acompaña, para entonces Roland tendrá los documentos y cualquier otra cosa que Will le hubiera enviado. Espero que entre ellas esté la llave. Puedo hacer duplicados.

Alex advirtió que ella había asumido toda la responsabilidad en ese trato.

—Calvin sigue sin aparecer. Detesto depender de él, no me gusta que sea el intermediario. ¿Les dijiste cuándo hará la entrega?

—Vagamente, pero sugerí que sucedería en breve. Sin duda, conocen sus movimientos. Ellos propusieron que fuera el intermediario.

—Seguramente —comentó Alex. El arreglo no le parecía demasiado satisfactorio, pero no se opuso—. Entonces, debo hablar con Roland.

—Simon ya se ocupó de eso. Ellos se conocen, se vieron más de una vez en Nueva York. —Lucy miró tímidamente la mano de Alex. Las personas que estaban al otro lado del vidrio podían verles y eso la inhibía. No sabía con certeza cuáles eran los principios éticos que debía tener en cuenta, aunque formalmente él ya no era su médico—. No podré cenar contigo esta noche. En unas horas tomaré un avión con destino a Nueva York.

Él la miró alarmado y luego intentó encontrar una objeción razonable.

—Oh, Lucy… En teoría estás autorizada a viajar pero no es aconsejable que lo hagas durante tantas horas, salvo que te vayas de vacaciones. Debes evitar los viajes estresantes. Te acompañaré.

Ella apoyó suavemente sus dedos sobre los labios de Alex para hacerle callar.

—Es mucho más estresante estar aquí holgazaneando. No puedo pedirte que me acompañes por mucho que lo desee, considerando lo apretado de tu agenda. Courtney ya me autorizó a viajar a Francia, e incluso a Australia, para visitar a mi padre, si lo deseaba. Además, han pasado seis meses desde la operación, las pulsaciones y la presión arterial son normales.

—En este momento nos enfrentamos a una situación demencial. Preferiría que no te alejaras tanto de mí hasta que esto se resuelva. Me desespera que viajes sola. Aún estás convaleciente de una cirugía cardiaca.

Lucy meneó suavemente la cabeza.

—Lo siento, tus argumentos no son convincentes. Citaré vuestras propias palabras, lo que me dijisteis antes de Navidad: «No recomendamos hacer viajes al exterior durante los primeros meses posteriores al trasplante». ¿No crees que esos primeros meses ya han transcurrido? «Y cuando estés lista para hacerlo, es importante que elijas un país con altos estándares en materia de higiene y normas alimentarias». Diría que Estados Unidos es un país que cumple con esos requisitos, ¿estás de acuerdo? —Alex parecía abatido, frustrado y algo sorprendido. Lucy no le daba oportunidad de hacer más objeciones—. Debo ir, Alex. Es algo que debo hacer. Por Will, y por mí misma. Confía en mí, soy una persona adulta, resolveré todo con rapidez y eficiencia y estaré de regreso a lo sumo el viernes.

Él besó sus dedos, luego apretó la mano de Lucy contra su pecho.

—No puedo dejar de preocuparme. No soporto que estés lejos de mí en estas circunstancias.

—Entonces, consérvame aquí —dijo ella, retribuyendo la presión de la mano que había aferrado la suya—. Procura tomártelo con calma. Simon viajará conmigo, y él también me cuida, como un hermano. Ya está atrapado en esta historia. Hemos desvelado el misterio de los girasoles y lo del estado número 34.

—Además, los girasoles en general tienen 34 pétalos, como las margaritas, e incluso 34 círculos concéntricos de cápsulas que contienen las semillas. Y giran siguiendo el movimiento del sol. —Alex la besó, indiferente a los comentarios de los espectadores—. Tu decisión no me hace feliz —admitió. Se esforzó por mostrarse adusto, pero parte del atractivo de Lucy consistía precisamente en que no se subordinaba a la voluntad de otros. Habría viajado de todos modos aun sin contar con la autorización de Courtney.

Lucy le sonrió, como si hubiera adivinado sus pensamientos. En cierto modo, disfrutaba de su poder.

—Te acostumbrarás.

—¿A tu voluntad inquebrantable? —preguntó Alex. Ambos rieron—. Prométeme que no te alejarás de Simon en ningún momento. —Lucy asintió con recato—. ¿A qué hora sale tu avión?

—A las diez y media. Deberíamos estar en el aeropuerto dos horas antes. Simon me está esperando en su coche para llevarme a casa. Tengo que hacer el equipaje. —Lucy no sabía cómo despedirse. Se alejó unos pasos, luego sacó del bolsillo el teléfono de Alex—. Casi lo olvido. Necesitaría que tú o Henry le enviéis un fax a Roland autorizándonos a recoger el paquete que envió Will.

Alex asintió, sin soltarle la mano; luego le rodeó la cintura con los brazos.

—Dile a Simon que esté en tu casa a las siete y media. Yo os recogeré en Battersea. Saldré en cuanto termine la conferencia y me saltaré el consabido brindis. Llegaremos a tiempo.

Lucy se dejó caer en el confortable asiento entre jadeos. Su compañero de viaje permanecía de pie.

—Venga, vamos, Simon, que no hemos perdido el vuelo de chiripa. —Lucy detestaba llegar con el tiempo justo. Habían llegado al aeropuerto con bastante antelación, pero se había demorado comprando periódicos y simulando interés por los productos importados de una tienda mientras Lucy le observaba con creciente ansiedad, sin comprender semejante actitud—. Voy a necesitar otro corazón como sigas comportándote con tanto misterio.

—Lo siento —repuso Simon. Luego plegó su chaqueta, la dejó en el receptáculo que estaba arriba y colocó los documentos y las fotografías en el bolsillo del asiento de delante—. Así está bien. Estoy empezando a sospechar de mi propia sombra. ¿Qué te parece el cambio de categoría?

Simon había abandonado de pronto la fila del mostrador de facturación para canjear sus muchos puntos acumulados tras muchas horas de vuelo a fin de viajar en clase preferente.

—Preferiría que Grace y tú no hubierais perdido la oportunidad de pasar una semana en las islas del Egeo —respondió Lucy, esperando que él diera una explicación, aunque comprendía que se trataba de un ardid para cambiar de lugar en el último minuto, previendo la posibilidad de que los vigilaran. Simon lo sabía, de modo que evitó explicaciones innecesarias. Por toda respuesta, le dedicó una expresión irónica.

Simon tenía sobre el regazo el iBook de Will: un regalo de despedida de Alex, junto con las prescripciones de la medicación de Lucy, escritas a mano, y el teléfono de un colega de Nueva York a quien podían recurrir en cuanto ella estornudara.

—Podríamos aprovechar el tiempo revisando las pistas, con los nuevos datos que aportó Alex. Tengo ganas de hacerlo ahora, me estimuló tu duelo verbal con los «rapturistas». —Simon aceptó la copa de champán que le ofrecía la azafata—. Aquí arriba no tenemos acceso a libros de referencia en la web, pero podríamos hacer el intento de desvelar alguna de las claves.

—Me preguntaba si Will y Siân se apodaban entre sí de alguna manera especial. ¿Tú lo sabes?

—Ni idea. ¿No te parece una ocurrencia un poco descabellada? —opinó Simon, mirándola con perplejidad—. ¿Tiene relación con los acertijos?

—Tal vez. Alex tampoco lo sabía, lo único que recuerda es que ella solía decirle Willie cuando almorzaban juntos los domingos. Me contó que a Will no le agradaba que usara ese diminutivo frente a sus padres. Pero estoy segura de que tenían otros sobrenombres.

—Ahora que lo mencionas, recuerdo que Siân solía llamarle Willie, y él respondía con una mirada desagradable. Si estás en lo cierto, tratándose de Will sería algo sugerente, con una pizca de sagacidad, pero ¿me dirás alguna vez adonde quieres llegar con esa idea?

Lucy sonrió de forma enigmática.

—Por ahora, podrías sugerir alguna idea acerca de la importancia de que el girasol mire siempre en dirección al sol. ¿Existe algo que siga el movimiento de la luna? Y hoy, durante nuestra comunicación telefónica, ellos hablaron de «transformar la paja en oro». ¿A qué se referían? —Lucy había pasado toda la tarde analizando esa frase.

—Hmm. Aquí está tu acertijo —dijo Simon al abrir el portátil—. Me gustaría que le echases un vistazo a estas notas de Will. Las escribió durante su último día en Francia y las envió por correo electrónico desde algún cibercafé en Chartres. Aparentemente, eran ideas que iban surgiendo en su mente al azar. —Simon accedió al mensaje, que consistía únicamente en un breve párrafo. Había sido enviado el viernes 19 de septiembre a primera hora de la tarde.

Lucy leyó serenamente:

—«Debo estar atento a la presencia de la rosa. Es una flor complicada, llena de simbolismo y significados paradójicos. Representa lo secreto y lo silencioso, pero también conoce el inconsciente de las personas. La rosa guía a los expertos, a los alquimistas y a los miembros de la sociedad».

Esas palabras la conmovieron profundamente. Sentía que podía comprenderlas por medio de su propia experiencia en el laberinto aunque no tenía manera de explicárselo a Simon. Prefirió acomodarse en el asiento y prepararse para el despegue. Grace había prometido que le proporcionaría a Alex datos sobre la historia de Chartres, y él había decidido silenciar sus protestas y no permitir que los adversarios lograran su cometido. Estaba desempolvando sus conocimientos de latín y se dedicaría a analizar los textos con un enfoque matemático. Por su parte, ella tenía un cómplice voluntarioso y cordial. Todos ellos eran los soldados de Will. En una semana habrían desvelado el misterio.

De pronto, Lucy vio que el protector de pantalla del ordenador portátil se desvanecía para transformarse en la imagen de una mujer con un cáliz en las manos, encima del cual permanecía suspendida una perla. ¿Quién era?

—No te preocupes, Alex. Para ella la vida tiene un nuevo sentido y eso le da una fortaleza increíble —afirmó Grace al tiempo que salía de la cocina con una botella de vino. Él la abrió mientras ella servía en los platos el arroz que había traído en un recipiente de cartón y dejaba el curry sobre un pequeño mantel.

—¿Soy tan transparente? —preguntó Alex, riendo con suficiencia—. Lo sé. Ella ha superado cuantas dificultades se le han presentado y Nueva York no la perturbará, pero su salud todavía requiere atención. Cualquier insignificancia puede ponerla en peligro: fiebre, un virus, ciertos alimentos. La medicación impide el normal funcionamiento del sistema inmunológico. Albergamos la esperanza de poder reducir los fármacos al mínimo indispensable, pero, por el momento, estamos atentos a cualquier fluctuación en la temperatura corporal que pudiera dar indicios de infección o rechazo del órgano trasplantado. Su vida depende de nuestra correcta interpretación. —Alex miró a la anfitriona, que parecía sorprendida al oírle pensar en voz alta—. Por otro lado, también hemos de tener en cuenta su aspecto magnífico, por supuesto. Siento que mi corazón y mi cabeza perciben cosas totalmente opuestas —confesó con una pincelada de misterio en la sonrisa—. No suelo permitir que las cosas me alteren, pero he adquirido el hábito de preocuparme por ella. Y me parece una sana costumbre.

Grace sonrió al oír la última frase.

—Me tranquiliza comprobar que eres humano. A partir de los comentarios de Lucy, imaginaba que eras una persona capaz de afrontar cualquier cosa sin parpadear, de moverse con frialdad en medio de una catástrofe.

Las palabras de Grace pretendían ser un cumplido, pero Alex la miró preocupado.

—¿Esa es la imagen que tienes de mí? —preguntó, un poco turbado. Luego sonrió—. Me quedé en un estado catatónico cuando terminó mi matrimonio. No pude preverlo y lo lamento. La pobre Anna apenas me veía, y cuando lo hacía, yo estaba completamente agotado. Ella trabajaba en casa editando libros sin otra compañía que la de nuestro hijo. Yo trabajaba más de trece horas diarias cuando nació Max, estaba completando mi especialización y atendía emergencias, ya que eso iba a permitirme conseguir un puesto de internista. Después, cuando me especialicé en inmunología, tuve que seguir capacitándome y llegaba a casa con tareas pendientes. Así pasaron cinco años. Finalmente, llegaron los difíciles exámenes de patología. Sé que Anna se sintió abandonada. También ahora trabajo muchas horas, pero antes era indispensable. Ella pensaba que estaba obsesionado con la medicina, que no pensaba en otra cosa, y supongo que tenía razón. No pude culparla cuando me plantó. De hecho, llevaba mucho tiempo sin plantearme siquiera la posibilidad de empezar otra relación.

Grace le miró con cierta incredulidad y él rió.

—Bueno, no he sido un ermitaño, pero he evitado cualquier relación seria. Siempre estaba ocupado, alguien vivía una crisis más grave que la mía y me necesitaba. Me ofrecí voluntario para trabajar los fines de semana que no pasaba con Max. La medicina dedicada a los trasplantes es similar a un curso práctico de filosofía. Los problemas personales palidecen ante la lucha de los pacientes por sobrevivir un día, una semana, con la esperanza de que aparezca un órgano para ellos. Comienza a parecerte egoísta estar en crisis cuando alguien se debate entre la vida y la muerte, de modo que archivas lo que te pasa, o al menos lo intentas, pero no pude ignorar la muerte de Will —dijo Alex, mirando fijamente a Grace, que le escuchaba en silencio. Él respondió a su pregunta tácita—. Sí, le echo muchísimo de menos. Su existencia impregnaba sutilmente la mía.

Grace apoyó suavemente una mano en el hombro de Alex, comprendió el motivo de su indecisión con respecto a Lucy. Más allá de los aspectos éticos, también él estaba sufriendo y ellas no lo habían tenido en cuenta.

—Lo mismo le ocurre a Simon. A veces, cuando bebe unas cervezas, habla sobre él. Al parecer, Will ejercía una gran influencia en las personas.

Él asintió.

—Dame un poco de ese curry, y cuéntame cosas sobre Chartres.

Grace se percató de que Alex no iba a revelar nuevas intimidades, por lo que accedió de inmediato.

—No sólo sobre Chartres, pero empecemos por allí. He estado investigando desde la noche que pasamos en casa de tu padre, al igual que Lucy y Simon. He pasado horas leyendo sobre la historia de la catedral, aunque las guías oficiales son insuficientes. Supongo que tu madre tuvo sus razones, pero un buen historiador siempre consulta las fuentes. No hay ninguna evidencia sólida de que ese sitio haya sido utilizado antes del siglo V de la era cristiana. A partir de antiguas fuentes literarias se sabe que era un lugar sagrado para los carnutos, una tribu gala. Allí está la gruta de un druida, consagrada a una virgen anterior al cristianismo que, según creían, había tenido un hijo. La creencia deriva del culto de Isis e Ishtar. Probablemente, Julio César se refería a estos mismos druidas cuando mencionaba a la Virgini Patriae de esa región. Tal vez sea el motivo por el cual los galos adoptaron el cristianismo. En la gruta subterránea hay incluso un dolmen anterior a la época de los druidas.

—¿A qué época pertenece?

—Aproximadamente al siglo II a. C. —Grace atravesó la habitación para buscar la guía de la catedral que Lucy había conseguido. Ella la abrió en la página donde se veía una escultura de la Virgen y el Niño y se la enseñó a Alex—. Esa efigie está inspirada en otra similar, que fue destruida en el siglo XVI.

»Algunos relatos sugieren que sucedió en el siglo XII. En cualquier caso, podría ser la virgen negra, tal vez de ébano, que adoraban los druidas. Francia tiene una rica tradición al respecto.

Alex miró atentamente la imagen.

—Entonces, la iglesia cristiana fue construida en el lugar donde había un icono femenino muy venerado.

—Sí, no hay datos acerca de la época anterior a los druidas, pero se sabe que, curiosamente, la orientación de Chartres es similar a la de Stonehenge, coincide casi a la perfección con la salida del sol en el solsticio de verano, es decir, se diferencia de las demás iglesias cristianas, que están orientadas hacia el este. La catedral tiene dos ejes, al igual que Stonehenge. Allí, la Piedra Talón marca el día más largo del calendario solar y su distancia con el calendario lunar queda expresada por una ecuación matemática que se denomina coma pitagórica.

—Sí —interrumpió Alex—, la diferencia entre los ciclos del sol y la luna. Si la arquitectura incluye los dos ejes, el número 34 tiene significado en algún lugar clave del edificio, porque es considerado el axis mundi, es decir, el eje del mundo.

Grace le miró de soslayo.

—Eso lo ignoro, pero en Chartres la «coma» es claramente visible. El edificio está ligeramente inclinado. Si miras hacia el este desde el gran pórtico del oeste, puedes verlo —explicó, señalando la página que mostraba el plano en la guía—. En este esquema no se aprecia, pero los ejes están torcidos y se mueven a la altura del transepto. Es deliberado. Las demás mediciones son precisas.

—¿Una combinación de lo femenino y lo masculino?

—Ingenioso, ¿verdad? Además, el estilo y la altura de las dos agujas de la fachada son diferentes. Parece extraño hasta que descubres que una de ellas tiene una veleta con forma de sol y la otra…

—… de luna. —Alex completó la frase y dejó su plato—. Seguramente fue eso lo que emocionó a mi madre. Ella se identificaba con la luna. El diseño de ese edificio expresaba la simbiosis de la energía masculina y femenina.

—Es una perspectiva interesante. La unión de dos energías aparentemente antagónicas. Se le ha denominado «efecto vibrado». Y, para subrayar la importancia de la luz, una diminuta abertura que acertadamente se denomina ventana de Saint Apollinaire, proyecta un rayo de sol sobre una cuña en el piso de adoquines… el veintiuno de junio.

—Igual que en Stonehenge.

Grace asintió con énfasis.

—Por supuesto, no aparecen fotos sobre este fenómeno en la guía, es más, ni siquiera lo menciona. Dejaría en evidencia la sucesión de cultos y religiones. Quizá lo mismo ocurre con el laberinto.

Alex, absorto, había cogido un trozo de pan de chapata, pero no atinaba a comerlo.

—Hoy he almorzado con Amel, el cirujano de Lucy. —Grace asintió al oír ese nombre, le resultaba familiar—. Se parece a los hombres del Renacimiento, habla siete idiomas, ama el arte, honra a la medicina y es un verdadero embajador de la humanidad. Conversamos sobre Chartres y me habló de los sufíes. ¿Has oído algo sobre ellos?

—Creo que son una secta de musulmanes místicos.

Alex asintió y explicó que, desde el punto de vista de Amel, algunos de los cruzados, los que permanecieron en Tierra Santa después de la exitosa primera Cruzada, se habían quedado fascinados con la arquitectura y las ideas del islam, y con la espiritualidad de los sufíes. En Jerusalén, los cristianos habían sido iniciados en la sabiduría y los conocimientos secretos de los judíos y los musulmanes. En especial, les había impresionado la belleza y los conceptos en los que se fundaba el diseño de la mezquita de al-Aqsa, en Haram el Sharif, es decir, el Monte del Templo. Se dice que desde allí Mahoma emprendió su mítico ascenso nocturno hacia el cielo. Comparada con la iglesia que Constantino hizo construir en el Santo Sepulcro, era obviamente más hermosa y espiritual. Los sufíes les enseñaron que los arcos en punta dirigen la energía y el espíritu hacia el cielo, mientras que los arcos romanos los dirigen hacia la tierra. Y los sufíes honraban a Cristo como uno de los siete sabios del islam.

—Como todos los buenos musulmanes —agregó Alex mientras llenaba de nuevo las copas—. Amel me explicó que, al igual que Dee y Bruno, los sufíes promovían la tolerancia religiosa. Reconocían que cada religión expresaba una forma de sabiduría y que todas derivaban de una misma verdad universal. Eran muy instruidos, conocían la Torá y las enseñanzas cristianas. Buena parte de los códigos arquitectónicos de las iglesias góticas, como Chartres o St. Denis, en París, pueden encontrarse en las enseñanzas místicas de los sufíes, que fueron transmitidas por los templarios, para quienes el número nueve era sagrado. Los caballeros del Temple eran nueve y durante nueve años no ingresaron nuevos caballeros a la orden.

—He leído sobre los arcos, déjame consultar mis apuntes. —Grace revisó su carpeta y le enseñó a Alex algunas páginas con bocetos que ella misma había dibujado—. La asociación de los druidas y los celtas se vincula también con el número nueve, la Triple Diosa. Se agregaron nuevas puertas hasta completar nueve cuando la catedral fue reconstruida a finales del siglo XII después de un incendio, y nueve arcos similares a los de la arquitectura islámica, los que tú mencionaste. Es difícil que sea una coincidencia.

Alex y Grace analizaron el plano que ella había trazado. Él se sorprendió al descubrir que los adoquines del laberinto medían treinta y cuatro centímetros de largo.

—El detalle resulta curioso si se tiene en cuenta que el centímetro fue una medida introducida por Napoleón. El sistema métrico en sí mismo sugiere pluralidad. Es un ejemplo a seguir, ¿verdad?

Grace suspiró profundamente.

—No para todos. Algunas personas no toleran cuestionamientos a las verdades absolutas de su religión. Pero ¿qué nos dice esto en relación con el doctor Dee y sus amigos? ¿Y por qué era importante para tu madre?

Alex sacó la billetera y desplegó cuidadosamente una hoja de papel.

—Anoche copié esto de uno de los libros de Will. Alguien lo había dibujado en la antigua Biblia de nuestra familia, siempre me llamaba la atención cuando era niño y lo reconocí de inmediato. Ahora sé que es el emblema de Dee se llama «monas», que significa «uno». —Grace le observó unos instantes; luego, Alex continuó—: Lo diseñó él. Combina símbolos astrológicos y los que utilizamos para representar lo femenino y lo masculino, para formar una cruz similar a la cruz ansada de los egipcios. Después de darlo a conocer, Dee dudó que fuera conveniente, debido a que era un símbolo muy poderoso. Extrañamente, ubicó el símbolo de la luna en la cúspide, y al sol debajo.

Al oírlo Grace aplaudió con picardía y rió.

—Como correspondía. Su superior era una mujer, todos los hombres se subordinaban a ella.

Alex rió con ella.

—Sí, estoy de acuerdo, y considero el dato de la mayor importancia. Dee se traía entre manos algo que abarcaba a todas las religiones. Y el tema recurrente de la rosa puede relacionarse con los rosetones de Chartres. Giordano Bruno pasó una larga temporada en París, con Enrique IV, quien prometió alentar la tolerancia religiosa. Tal vez visitó Chartres y le atrajo el rayo de luz del solsticio. En fin, el nuestro es un laberinto de especulaciones.

—Propongo que investiguemos sobre Bruno, el sol y la rosa antes de que nuestra Ariadna regrese de Nueva York. Mientras tanto, la última clave del día para ti: consulté a mi padre acerca de las letras hebreas que aparecen en cada página de los documentos antiguos.

—Las vi, pero no pude descifrarlas. ¿Él sabe leerlas?

—Hoy le envié los textos por fax. Lucy los había copiado para mí hace unas semanas, pero en ese momento el tema aún no me había atrapado. No tuvo mucho tiempo para analizarlos, pero como primera aproximación cree que todas las palabras tienen un significado cabalístico, tienen poderes mágicos.

—¿Como «abracadabra»?

El humor de Alex no pretendía ocultar su genuino interés. Grace estaba distendida, disfrutaba de su copa de vino y de la compañía de Alex, y rió con entusiasmo.

—Eso es árabe, tonto. Mi padre hará la traducción y nos dirá cuál es el significado. Mencionó algo sobre la «numerología».

—Es ingenioso, seguramente está en lo cierto. La numerología asigna un valor numérico a cada letra, y ya puedo imaginar cuál será el resultado de la suma para algunas palabras, pero ¿cuál será su significado?