Capítulo 26

Toronto, en la actualidad

La llamada a cierto número de teléfono de Venecia la hizo uno de los ayudantes noveles de Luc Fournier, quien la pasó a la limusina que se dirigía a gran velocidad al aeropuerto.

—Buenas noches —dijo Fournier. Y oyó la aspiración que hizo el hombre del otro lado del hilo telefónico para disponerse a hablar—. No es necesario que diga nada —le interrumpió Fournier, cortante y preciso—. Hagámoslo lo más sencillo posible. Quiero que intervenga usted personalmente. ¿Me comprende? Bien. Eso es todo. No me falle.