Quiero expresar mi gratitud a mi padre por sus largas explicaciones sobre cómo funcionan los trenes y su infinita paciencia respondiendo a mis preguntas. Aquellos que conozcan el mundo de los ferrocarriles detectarán ciertos errores (intencionados) por mi parte sobre el funcionamiento de un tren, de modo que les agradezco mucho su comprensión, pero a veces una historia de ficción los necesita.
También quiero dar las gracias a todo el equipo de profesionales (correctores, maquetadores, ilustradores, etcétera) sin cuya labor no sería posible que este y otros muchos libros se conviertan en una realidad.
Como siempre, quiero recordar a Adelaida Herrera, mi editora, de quien debo destacar una vez más su accesibilidad y la profesionalidad con la que ha ayudado en todo momento a este escritor novel sin perder jamás el buen humor.
Me gustaría terminar este apartado dando las gracias a los lectores, porque los escritores no somos nada sin ellos y porque ellos son, en cierto modo, quienes más nos motivan. Espero que disfruten esta nueva historia.