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Cuando la cuenta llegó a «tres», Xhex tomó forma en el salón de la granja. Pensó que al final había, en efecto, una emboscada, pero la que ellos habían puesto a los restrictores, y no al revés. Se plantó ante el asesino que tenía más cerca y adoptó la posición de ataque cuerpo a cuerpo, pues sabía que tenía que moverse rápido.
El factor sorpresa es algo que sólo se presenta una vez en una pelea. Sus compañeros y ella tenían una grave desventaja numérica, en una situación en la que no podían usar armas de fuego. Las balas sólo eran apropiadas cuando tienes la oportunidad de hacer un disparo preciso sobre un objetivo estático, pero allí no había nada de eso. Por todas partes se veían brazos y piernas, cuerpos moviéndose, porque los hermanos, John y Qhuinn hacían exactamente lo mismo que ella estaba haciendo: elegir al azar a cualquier iniciado y molerlo a golpes como si fueran la encarnación de Bruce Lee.
Con su daga en la mano izquierda, Xhex lanzó un gancho de derecha al asesino que tenía enfrente. El golpe dejó al tipo inconsciente y, cuando se desplomó contra la pared, la guerrera echó el brazo hacia atrás y apuntó la hoja hacia el centro del pecho del miserable.
Pero en ese momento Butch le agarró el puño.
—Permíteme terminar.
Entonces se colocó entre Xhex y su víctima, clavó los ojos en los del asesino y le acercó la boca. Inhalando lentamente, comenzó a extraer la esencia de aquel ser. Una nube asquerosa, parecida al humo, fue pasando lentamente del restrictor al cuerpo de Butch.
—Por… Dios… santo… —susurró Xhex, mientras el asesino se desintegraba hasta convertirse en un montón de cenizas a los pies del hermano.
Al ver que Butch se tambaleaba y buscaba la pared para apoyarse, como si tuviera problemas para mantenerse de pie, ella lo agarró del brazo.
—¿Estás bien?
Un silbido urgente de John la hizo volver la cabeza justo a tiempo: otro restrictor se abalanzaba sobre ella, presto para usar la navaja que tenía en la mano. Gracias a John, Xhex alcanzó a moverse hacia un lado y agarrar la muñeca del asesino. A base de fuerza, utilizando la mano y el arma del restrictor, apuñaló a éste por debajo de las costillas.
Un estallido y una llamarada.
El siguiente.
Xhex estaba totalmente concentrada en la pelea, moviéndose con extrema rapidez, usando manos y pies, todos sus recursos. Y aunque iba a kilómetros por segundo y acababa de aniquilar a aquel asesino, procuraba respetar escrupulosamente la función de Butch en medio de aquel caos. Xhex no entendía muy bien qué significaba todo ese asunto de la inhalación y las cenizas, pero estaba segura de que era una manera, de alguna forma necesaria, de terminar con el enemigo.
Por eso se dedicó a cortar los tendones de las piernas de los enemigos. Dejar a sus víctimas incapacitadas era una de sus especialidades como asesina, porque muchas veces tenía que preguntarles algo, o decirles algo, antes de dar el golpe mortal. Por tanto, mientras ella iba dejando una fila de cuerpos quejumbrosos a su paso, Butch la seguía, inhalando y convirtiendo en cenizas todo lo que habían ido a aniquilar.
Aun cortando y apuñalando a iniciados a diestro y siniestro, tuvo tiempo de observar de vez en cuando a John y comprobar que, tal como había imaginado, era un guerrero tremendo. Incluso más tremendo de lo que pensaba.
Al parecer, su especialidad era romper cuellos. Era letal cuando se aproximaba al enemigo por detrás, lo agarraba por la barbilla y la nuca y luego, con una fuerza brutal…
Un golpe procedente de la nada le dio en el hombro, lanzándola contra la pared, mientras la daga salía volando de su mano y su visión quedaba nublada por toda clase de estrellitas.
El asesino que la había golpeado se apresuró a atrapar la daga y se lanzó sobre ella.
En el último segundo, Xhex se hizo a un lado, de modo que el restrictor acabó apuñalando la pared y la daga quedó clavada en el yeso. Mientras el desgraciado trataba de sacarla, la guerrera lo hirió con el cuchillo que llevaba a la espalda, abriéndole un agujero en el intestino grueso.
Al ver que el tipo la miraba con asombro, Xhex dijo:
—¿Qué? ¿Acaso creías que no tenía otro cuchillo? Maldito estúpido.
Luego le dio un golpe en la cabeza con el mango del cuchillo de repuesto y, cuando el tipo cayó de rodillas, sacó su daga del yeso y volvió al ataque.
Un coro de gruñidos y golpes resonaba por toda la casa. Xhex, liquidado un restrictor más, se zambulló otra vez en el combate, buscando nuevos objetivos.
Uno de los asesinos se estaba escapando por la puerta frontal, camino del jardín.
Xhex se desmaterializó para aparecer en el exterior, ante él. Cuando el tipo la vio se dio la vuelta con los macilentos pelos de punta, como un personaje de película cómica. Xhex sonrió.
—No, no te puedes marchar.
El asesino echó a correr de nuevo, esta vez de regreso a la casa, lo cual era estúpido, porque allí no había nadie que pudiera ayudarlo. Ayudarlo a sobrevivir, se entiende. Para dejar este valle de lágrimas sí podría encontrar apoyo suficiente.
El cuerpo ligero y fuerte de Xhex salió enseguida en su persecución. Los dos trazaron un círculo amplio sobre la hierba. Cuando el tipo llegó a la puerta, ella, en lo que más que un salto parecía un vuelo, le propinó una tremenda patada entre el cuello y el hombro e hizo que el tipo se retorciera hasta convertirse en un signo de interrogación ambulante.
Xhex y el restrictor rodaron por el suelo. A pesar de sus violentos y constantes esfuerzos, ella estaba sonriente.
Dios, en verdad le encantaba enzarzarse en una buena pelea.
‡ ‡ ‡
John vio que Xhex salía corriendo por la puerta principal, pero no podía ir tras ella, pues tenía a un par de iniciados tan cerca que podía morderles la nariz. Pero se iba a encargar de esos dos lo más rápido posible.
Era curioso comprobar que la salida de tu compañera, corriendo sola hacia la noche, te daba nuevas energías.
Pero Xhex no era su hembra.
De modo que era curioso ver cómo constatar que tu hembra no es tu hembra te hacía sentirte como un gusano.
John estiró los brazos hacia el restrictor que tenía enfrente y le partió el cuello con un solo movimiento. Al ver cómo la cabeza se separaba de la columna vertebral, pensó que era una lástima no tener tiempo para hacer lo mismo con los brazos y las piernas de aquel miserable, para poder golpear al otro con los miembros arrancados.
El número dos acababa de agarrar a John del pecho y estaba tratando de abrazarlo hasta asfixiarlo.
El macho enamorado, casi sin inmutarse, agarró las muñecas del tipo, dio media vuelta y se lanzó hacia atrás de un salto. Cuando cayeron pesadamente al suelo, John estaba encima y el restrictor le servía de colchón. Le dio un cabezazo en la cara y convirtió la nariz del desgraciado en un asqueroso surtidor de sangre negra.
Levantó el brazo, preparó el puño y lo descargó con extrema violencia.
Su segundo golpe provocó una serie de movimientos incontrolados del contrincante, lo cual sugería que el lóbulo frontal del tipo estaba teniendo serios problemas de transmisión.
Pero eso no iba a ser problema para Butch, que pronto le daría su particular tratamiento.
John se lanzó entonces hacia la puerta por la que Xhex se había desmaterializado. Resbaló en un charco que ahora no sólo era de sangre negra, sino también roja.
Pero al llegar al umbral frenó en seco.
Jamás había visto una patada tan espectacular. El restrictor que Xhex estaba persiguiendo corría de regreso a la casa, al parecer después de haber reconsiderado su estrategia de escape. El tipejo gritaba aterrorizado. Aunque estaba descalzo, corría como alma que lleva el diablo, y pese a ello Xhex estaba cada vez más cerca.
John no tuvo tiempo de intervenir, aunque deseara hacerlo: Xhex se lanzó por el aire, dando la gran patada al restrictor. Luego lo agarró de la cintura y lo lanzó boca abajo al suelo, donde le cortó los tendones de las piernas de forma tan profunda que el tipo, inmovilizado, sólo pudo gritar como un cerdo en el matadero.
La guerrera se separó del cerdo y adoptó otra vez la posición de ataque…
—¡John! ¡Detrás de ti!
Al oír el grito de Xhex, se dio la vuelta y recibió el puñetazo de un asesino que se le abalanzaba desde dentro. El macho enamorado cayó de culo y resbaló de esa guisa un poco sobre el suelo de cemento de la entrada.
Buena prueba de lo conveniente que es llevar unos buenos pantalones de cuero.
Para evitar rozaduras en las nalgas, por ejemplo.
John se enfureció al pensar que lo habían tumbado justo cuando Xhex estaba mirando, así que agarró al asesino por el pelo y empezó a sacudirlo de una forma tan frenética que el desdichado zombi pareció perder el conocimiento.
Luego lanzó un gruñido sordo y mordió al maldito restrictor en el cuello. Varias veces. Tras escupir todo tipo de trozos del antiguo humano, lo arrastró de nuevo a la fiesta, tirándole del pelo. Al pasar junto a Xhex, le hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza.
—De nada —respondió ella, e hizo, a su vez, una pequeña reverencia—. Me ha gustado mucho esa táctica de los mordiscos.
El reconocimiento que ella acababa de hacerle lo golpeó con más fuerza que cualquiera de aquellos asesinos; pero para bien. Su corazón se inflamó y sintió que todo su cuerpo florecía.
Porque era un maldito idiota…
El inconfundible ruido de un disparo detrás de él lo hizo ponerse en guardia, sin moverse del sitio en el que estaba.
El estallido ocurrió tan cerca de sus oídos que John sintió un dolor más que un ruido, y por una fracción de segundo se preguntó quién habría disparado y quién habría quedado herido.
La respuesta a esto último fue evidente cuando su pierna izquierda se dobló bajo su peso y todo su cuerpo se fue al suelo como si fuera un roble talado.