35
Cuando Payne se echó algo encima y salió al pasillo, su gemelo ya se había ido.
Sin embargo, el rastro de sangre que se veía por el suelo le indicó en qué dirección se había marchado, así que lo siguió hasta el ámbito encerrado en paneles de cristal y marcado con un letrero que decía «Oficina». Dentro, las gotas rojas rodeaban el escritorio y desaparecían frente a una puerta.
La Elegida se acercó y la abrió. Se encontró con un armario. Lleno de resmas de papel e instrumentos para escribir. Allí no había nada más. No obstante, debía de haber algo, porque la hilera de gotas terminaba en el fondo del armario.
Payne exploró un poco con las manos, en busca de una palanca o alguna manera de mover el panel, mientras recreaba en su mente la forma en que su hermano había roto el espejo. Tenía mucho miedo, pero no por ella sino por Vishous. Otra vez lo había llevado al límite. Otra.
Siempre quiso tener una buena relación con su hermano. Desde luego, no esta clase de relación.
Nunca pensó que el conocimiento mutuo resultara tan problemático, incluso tan tóxico.
—¿Encontraste algo?
Payne miró por encima del hombro a su sanador. De pie, en la puerta de la oficina, el humano todavía estaba mojado, pero ya no le escurría el agua y se había echado una toalla blanca sobre los hombros. Tenía el pelo revuelto, como si se hubiera secado la cabeza y no se hubiese peinado después.
—No logro encontrar la manera de atravesar esa pared.
Casi era una metáfora de la situación a la que habían llegado.
Payne se quedó un buen rato observando las resmas de papel amarillo, las cajas de lápices perfectamente alineadas y otras muchas cosas cuya utilidad se le escapaba. Cuando por fin se dio por vencida y retrocedió, su sanador todavía estaba en la puerta, mirándola fijamente. Tenía los ojos como oscurecidos a causa de la emoción y apretaba la boca, mirándolo de arriba abajo. Su sanador, pensaba, seguía completamente vestido. Y esa era la razón de su repentino disgusto.
Tan completamente vestido como siempre que estuvo con ella.
Manny nunca le había permitido tocarlo, ¿verdad?
De pronto le lanzó una acusación con tono lúgubre.
—Tú estás de acuerdo con mi hermano.
No era una pregunta, ni mucho menos. A Payne no le sorprendió en absoluto que el doctor asintiera con la cabeza.
—Nuestra relación carece de futuro a largo plazo. Es una historia imposible.
La gentileza del tono del doctor irritó a la vampira más que si hubiese hablado con brusquedad.
—Así que esa es la razón por la cual no he tenido el placer de conocer tu sexo.
El humano levantó las cejas brevemente, como si el candor de esas palabras lo hiciera sentirse incómodo.
—Escucha, Payne, esta relación entre nosotros no puede funcionar.
—¿Quién lo dice? Somos nosotros quienes decidimos lo que…
—Yo tengo una vida a la cual regresar.
Payne se quedó sin aire. Luego se dio cuenta de lo increíblemente arrogante que había sido. Nunca se le había ocurrido pensar que él tuviera otro sitio adonde ir. Pero, claro, tal y como su hermano acababa de señalar, ella no sabía nada de él.
—Tengo familia, y también un trabajo. Tengo una yegua con una pata rota de la que ocuparme.
Payne dio unos pasos y se acercó a él con la cabeza en alto.
—¿Por qué das por hecho que tiene que ser una cosa o la otra? Y antes de que lo intentes, no desperdicies palabras tratando de decirme que no me deseas. Yo sé lo que sientes… tu olor no miente.
El se atusó el pelo alborotado.
—El sexo no lo es todo, Payne. Y en lo que respecta a nosotros, las relaciones sexuales se encaminaban a ayudarte en tu recuperación.
Al oír eso, Payne sintió un estremecimiento, como si de pronto hubiese una corriente de aire en la habitación. Pero luego sacudió la cabeza, recobrándose.
—Tú me deseabas, sanador. Cuando regresaste aquí y me viste en esa cama, tu olor no tenía nada que ver con el estado en que yo me encontraba. Si pretendes convencerme de lo contrario, eres un cobarde. Escóndete si quieres, sanador…
—Mi nombre es Manny. —Él también empezaba a impacientarse—. Manny Manello. Me trajeron aquí para ayudarte y, por si no lo has notado, estás de pie. Así que lo hice. ¿Y ahora? Sólo estoy esperando a que irrumpáis de nuevo en mi cerebro y me dejéis incapacitado para distinguir el día de la noche y los sueños de la realidad. Este es tu mundo, no el mío, y sólo existe la posibilidad de estar en uno o en otro.
Se estaban mirando tan fijamente el uno al otro que la vampira se dio cuenta de que, si en ese momento estallaba un incendio, no podría desviar la mirada. Y él tampoco.
—Si fuera posible hacerlo. —Le miraba con extraña intensidad—. Si pudieras ir y venir a voluntad de un mundo a otro, ¿te quedarías conmigo?
—Payne…
—Te he hecho una pregunta directa y muy sencilla. Respóndela, ahora mismo. —Al ver que él levantaba las cejas, Payne no estaba segura de si se sentía excitado o molesto por su rudeza, pero en ese momento tampoco le importaba—. La verdad es la verdad, la expresemos con palabras o no. Así que no tiene nada de malo hablar con franqueza.
Manny sacudió la cabeza con lentitud.
—Tu hermano no cree que…
La vampira tronó.
—¡A la mierda con mi hermano! Dime lo que crees tú.
En medio del tenso silencio que siguió, Payne se dio cuenta de lo que acababa de decir y le dieron ganas de volver a maldecir. Entonces bajó la cabeza y clavó la mirada en el suelo, pero no en actitud de sumisión, sino de frustración. Las hembras honorables no usaban esas palabras y tampoco presionaban a la gente para que hiciera nada, y mucho menos algo como eso.
En una situación semejante, una hembra honorable se haría a un lado, mientras el macho de más edad de su familia tomaba las grandes decisiones de su vida y controlaba todo lo relacionado con ella, desde el lugar donde vivía hasta con quién se comprometía en matrimonio.
Explosiones de rabia. Sexo. Maldiciones. Si seguía así, Payne iba a hacer que los deseos de Vishous se hicieran realidad, porque su sanador, es decir, Manello, terminaría por encontrarla tan poco atractiva que rogaría para que lo alejaran de ella y borraran todos los recuerdos del tiempo que habían pasado juntos.
¿Es que nunca podría alcanzar la perfección femenina de Layla?
Payne se llevó las manos a las sienes, agobiada, deprimida.
—Los dos estáis en lo cierto, pero vuestras razones son equivocadas. Tú y yo nunca podríamos durar, porque yo no soy buena pareja para ningún macho.
—¿Qué dices?
Cansada de todo, de él y de su hermano, de ella misma, de las hembras y los machos en general, Payne hizo un gesto de desdén con la mano y dio media vuelta.
—¿Dices que este es mi mundo? En eso también te equivocas terriblemente. Yo pertenezco a este reino tanto como tú.
—¿De qué diablos estás hablando?
En realidad no tenía nada de malo que él conociera la verdad de su iba ahora que todo terminaba. Qué demonios.
Payne se volvió para mirarle.
—Soy la hija de un dios, Manello. De una deidad. ¿Sabes lo que es ese resplandor que despiertas en mí? Es la esencia misma de mi madre. Tal es su naturaleza como entidad. En cuanto a mi padre, no era más que un sádico desgraciado que me legó el instinto asesino… ese fue su «don». ¿Y quieres saber qué hice con él? ¿Quieres saberlo? —Payne se daba cuenta de que estaba alzando la voz, pero no se sentía inclinada a calmarse—. Lo maté, Manello. Y por ese crimen contra mi propio linaje, por esa ofensa contra las sagradas normas de conducta de las hembras, fui encerrada en prisión durante siglos. Así que tienes mucha razón. Vete, márchate ahora mismo. Eso es lo mejor. Pero no creas que yo encajo aquí mejor que tú.
Después de maldecir de nuevo, Payne pasó junto a él y salió al pasillo, diciéndose que aquel hombre, su hombre, se liberaría pronto.
—Fue por tu hermano, ¿verdad?
Esas palabras, pronunciadas con un tono neutro y profundo, resonaron por el corredor y lograron detener no sólo los pies, sino el corazón de Payne.
—He visto lo que le hicieron. —El doctor hablaba con voz grave—. ¿Por casualidad fue tu padre quien lo hizo?
Payne giró lentamente sobre sus talones. De pie, en medio del pasillo, el sanador no parecía impresionado ni horrorizado, solo manifestaba la inteligencia que ella había esperado siempre de él.
—¿Por qué has de pensar eso?
—Cuando lo operé, vi las cicatrices y es muy claro que alguien trató de castrarlo. ¿Acaso estoy sacando conclusiones apresuradas? Aunque sea basándome en mi escasa relación con él, diría que es demasiado sensible y agresivo para deducir que una persona cualquiera se ha aprovechado de él. Tuvo que ser cosa de todo un grupo de gente, o de alguien muy importante que lo lastimó cuando estaba en una situación realmente vulnerable. Y creo que lo más probable es lo segundo, porque… en fin, digamos que me sorprendería que entre vosotros no hubiese también padres que maltratan a sus hijos.
Payne tragó saliva. Pasó un largo rato antes de que pudiera hablar de nuevo.
—Nuestro padre ordenó que lo inmovilizaran mientras un herrero le hacía los tatuajes. Y luego trajeron un par de tenazas.
El médico cerró los ojos un instante.
—Lo siento. De verdad… lo siento mucho.
—Nuestro padre fue elegido como progenitor debido a su agresividad y crueldad y mi hermano le fue entregado cuando era muy pequeño, mientras que yo me quedé en el Santuario con nuestra mahmen. Sin nada en que ocupar el tiempo, solía observar lo que ocurría aquí abajo utilizando los cuencos de cristal. A lo largo de los años pasados en el campamento de guerreros, mi hermano sufrió abusos de muchas clases. Se lo conté a mi madre una y otra vez, pero ella siempre insistía en cumplir el trato que había hecho con el Sanguinario. —Payne cerró los puños—. Ese macho, ese maldito y sádico macho no era capaz de procrear hijos varones, pero ella le garantizó uno con la condición de que aceptara aparearse con ella. Tres años después de que naciéramos, ella entregó a Vishous a la crueldad de nuestro padre, mientras hacía todo lo posible para obligarme a comportarme de acuerdo con un molde en el que nunca he encajado. Y luego llegó ese último episodio en el que Vishous fue… —Los ojos de Payne se llenaron de lágrimas—. No pude más… ya no podía soportar no hacer nada. Así que bajé aquí y busqué al Sanguinario hasta encontrarlo. Lo sostuve contra el suelo mientras le prendía fuego y quedaba convertido en cenizas. Y no lo lamento.
—¿Quién te encerró en esa prisión?
—Mi madre. Pero el hecho de que mi padre estuviera muerto solo era parte de la razón del encierro. A veces creo que la verdadera causa era la colosal decepción que yo le había producido. —Payne se secó rápidamente las lágrimas que le corrían por la cara—. Pero ya basta de hablar de esto. Ya es suficiente, no quiero seguir. Ahora vete… hablaré con el rey y te enviaré de vuelta. Adiós, Manello.
Sin esperar respuesta, Payne reanudó la marcha…
—Sí, te deseo.
La vampira se detuvo y volvió a mirar a Manny por encima del hombro. Después de un momento, habló.
—Eres un maravilloso sanador y has cumplido con tu trabajo, tal como has dejado claro hace un momento. Todo ha terminado. Ya no tenemos más que hablar.
Cuando comenzó a caminar de nuevo, Payne sintió que los pasos de su sanador se acercaban. La sujetó y le hizo dar media vuelta.
—Si no permanecía vestido, con los pantalones puestos, habría sido capaz de cualquier cosa en momentos muy poco oportunos. No me desnudaba para no convertirme en un peligro a causa de lo mucho que te deseaba.
—¿De veras?
—Dame la mano.
Sin mirarle, Payne extendió la mano.
—¿Para qué?
Manny se movió con rapidez y puso la palma de la mano de Payne entre sus piernas, apretándola contra el miembro caliente y duro.
—Tienes razón. —Manny se restregó contra ella, haciendo movimientos ondulantes con la pelvis, mientras comenzaba a respirar aceleradamente y su erección se apretaba contra la palma de la mano de la vampira—. Aunque traté de convencerme de lo contrario, sabía que, si me desnudaba, sólo seguirías siendo virgen durante el tiempo que tardara en ponerte boca arriba. No es nada romántico, pero es la pura verdad.
Al ver que Payne pretendía decir algo, los ojos de Manny se clavaron en su boca.
—Lo que tocas no engaña, dice la verdad, ¿no? ¡La tienes en tu mano!
—¿No te importa lo que hice?
—¿Te refieres a lo de tu padre? —Manny dejó de restregarse contra la mano de Payne y frunció el ceño—. No. Para que te quede claro, soy seguidor de la Ley del Talión. Tu hermano habría podido morir a causa de esas heridas, por muy rápido que os recuperéis los vampiros. Pero lo más importante es que estoy seguro de que ese tierno momento entre padre e hijo le jodió la cabeza para el resto de la vida. Así que, no, no tengo ningún problema con lo que hiciste. Bien hecho estuvo.
Justicia vengativa, pensó Payne al comprender plenamente las palabras de Manny.
Entonces fue ella la que se apretó contra él y reanudó lo que él había suspendido, acariciándole la verga con la mano.
—Me alegra que pienses eso.
Y también le alegraba lo que estaba pasando: el miembro de Manny era maravilloso, tan duro y redondeado en la punta. La hembra empezó a explorarlo tal como él la había explorado a ella… con los dedos… con la boca… con la lengua…
Manello entornó los ojos de repente y apretó los dientes.
—Pero, pese a todo, tu hermano tiene razón.
—¿De verdad? —Payne se acercó más y le lamió los labios—. ¿Estás seguro?
Ella se retiró y se produjo un momento eléctrico entre ambos en el instante en que sus ojos se encontraron. El hombre gruñó y la giró de manera que pudiera empujarla contra la pared.
—Ten cuidado.
—¿Por qué? —Payne bajó la cabeza y le rozó el cuello con los labios, antes de deslizar uno de sus colmillos por la yugular del hombre.
—Joder… mierda… —Con desesperación, Manny puso la mano sobre la de Payne y se la apretó contra sus caderas para que se quedara quieta, mientras obviamente trataba de volver a concentrarse—. Escúchame. A pesar de lo maravilloso que pueda ser esto que hay entre nosotros… —Tragó saliva—. A pesar de lo bueno que… Mierda, mira, tu hermano sabe lo que hace… Yo no te puedo cuidar de forma adecuada y…
—Yo me puedo cuidar sola. —Payne le besó salvajemente en la boca y se dio cuenta de que lo tenía en sus manos cuando sintió que la pelvis de Manny comenzaba a sacudirse hacia delante y hacia atrás.
El hombre se quejó sin convicción alguna.
—Por favor, ¿qué pretendes?, ¿quieres que me corra aquí mismo?
—Sí, eso quiero. Quiero saber en qué consiste eso.
Más besos. Y aunque él era el que la tenía contra la pared, ella era la agresora.
Manello se echó hacia atrás, pero al parecer le costaba mucho trabajo mantenerse alejado. Después de respirar profundamente un par de veces, hizo una confesión jadeante.
—Me preguntaste si me quedaría si pudiera. Con los ojos cerrados. Tú eres maravillosa. No entiendo cómo tu madre puede querer que te parezcas a las demás, qué disparate. Gracias a Dios, no existe nadie que se te parezca, en ningún sentido.
Mientras hablaba, Manny parecía mortalmente serio y absolutamente sincero… y la aceptación que estaba expresando era tan generosa como única: Payne nunca había escuchado algo así de nadie. Hasta su propio hermano quería negarle el derecho a elegir compañero.
—Gracias. —Estaba emocionada.
—No es un cumplido. Es la verdad. —Manello la besó suavemente en la boca y después mantuvo los labios en contacto con su boca—. Pero el cabrón de la perilla sigue teniendo razón, Payne.
—¿El cabrón de la perilla?
—Lo siento. Solo es un pequeño sobrenombre que le puse a tu hermano. —Manny se encogió de hombros—. De cualquier manera, de verdad que estoy convencido de que está pensando en lo que más te conviene, y a largo plazo tú necesitas a alguien distinto de mí… que me pueda quedar aquí o no solo es parte del problema.
—Ni hablar. Es lo más importante, es lo decisivo.
—Entonces tienes que ver las cosas con más claridad. Yo voy a estar muerto a la vuelta de cuatro décadas. Si tengo suerte. ¿De verdad me quieres ver envejecer? ¿Y quieres verme morir?
Payne tuvo que cerrar los ojos, consternada ante la idea de que aquel macho maravilloso fuera a morir.
—Por la Virgen… no, no.
En medio del silencio que siguió, la energía que circulaba entre los dos cambió y pasó de ser puramente sexual… a convertirse en un anhelo distinto. Y como si él sintiera lo mismo, la envolvió entre sus brazos y la apretó con fuerza.
—Si hay algo que he aprendido a lo largo de todos estos años ejerciendo la medicina es que la biología siempre se impone. Tú y yo podemos tomar todas las decisiones que queramos, pero las diferencias biológicas no son algo que podamos cambiar. Mi expectativa de vida es apenas una fracción de la tuya… como máximo tendríamos una ventana de diez años, antes de que yo entrara en el mundo del Cialis.
—¿Qué es eso?
—Un lugar muy, pero que muy aburrido y frustrante.
—Bueno, pues yo iré allá contigo. —Payne se apartó un poco para poder mirar aquellos hermosos ojos color café—. Esté donde esté, Manello.
Hubo un silencio y luego él sonrió con tristeza.
—Me encanta oírte decir mi nombre.
Payne suspiró y apoyó la cabeza en el hombro de Manny.
—Y a mí me encanta decirlo.
Mientras se quedaban así, uno contra el otro, la criatura celestial se preguntó si esa sería la última vez que podrían hacerlo. Y eso le hizo pensar en su hermano. Estaba preocupada y necesitaba hablar con él, pero V había decidido marcharse sin dejar rastro.
Así que no tenía más remedio que aceptar su marcha. A pesar de lo difícil que era, dejaría que Vishous se fuera por ahora… y se concentraría en el macho que estaba con ella.
—Hay algo que quiero pedirte.
El médico la miraba con pasión contenida.
—Lo que quieras.
—Llévame a tu mundo. Muéstramelo. Si no es posible que me lo enseñes todo, al menos déjame ver algo de tu mundo ahora mismo.
Manello se pudo rígido.
—No sé si será una buena idea. No hace ni doce horas que vuelves a ser capaz de mantenerte en pie.
—Pero me siento fuerte y tengo mi propia forma de viajar. —Si las cosas se complicaban, sencillamente podría desmaterializarse y regresar al complejo. Gracias a lo que había visto en los cuencos de cristal, Payne sabía que su hermano había rodeado el lugar con una capa de mhis y eso era algo que ella podía encontrar con facilidad—. Confía en mí, no será peligroso.
—Pero ¿cómo podríamos salir de aquí juntos?
Payne se apartó un poco.
—Tú ve a vestirte, mientras yo me encargo de todo. —Al ver que él hacía ademán de protestar, ella negó con la cabeza—. ¿Dices que la biología siempre gana? Bien. Pero yo te digo que tenemos esta noche a nuestro alcance, y no hay razón para desaprovecharla.
—Pasar más tiempo juntos solo hará más difícil la despedida.
Era verdad, y eso dolía mucho.
—Dijiste que me complacerías. Ya he expresado mis deseos, ¿no vas a cumplir tu palabra?
Manny puso cara de preocupación, pero luego inclinó la cabeza.
—Está bien. Iré a cambiarme.
Mientras Manny regresaba a su habitación, Payne volvió a la oficina y tomó el teléfono, tal como Jane y Ehlena le habían mostrado que debía hacer. Marcó con facilidad y luego el doggen mayordomo respondió con voz cantarina.
Lo que había pensado tenía que funcionar, se dijo para sus adentros. Eso tenía que salir bien.
En Lengua Antigua, Payne dijo:
—Habla Payne, hermana de sangre del Hermano de la Daga Negra Vishous, hijo del Sanguinario. Desearía hablar con el rey, si él tuviera la gentileza de atenderme.