[1] La cita constituye la frase final de EDMUND BURKE, Thoughts and Details upon Scarcity, 1795, Works, VIII, p. 419. <<
[2] Véase E. M. OJALA, Agriculture and Economic Progress, Oxford University Press. 1947; K. E. BOULDlNG. «Economic Analysis and Agricultural Policy», Canadian Journal of Economics and Political Science, XIII, 1947, reimpreso en Contemporary Readings in Agricultural Economics, ed. H. G. Halcrow. Nueva York 1955; T. W. SCHULTZ, Agriculture in an Unstable Economy, Nueva York 1945; J. FOURASTIÉ, Le Grand Espoir du XX siecle, París 1949; H. NIEHAUS, Leitbilder der Wirtsehafts und Agrarpolitik, Stuttgart 1957; H. NIEHAUS y H. PRIEBE, Agrarpolitik in der sozialen Marktwirtschaft, Ludwigsburg 1956. <<
[3] SIR RALPH ENFIELD, «How Much Agriculture», Lloyds, B. R., abril 1954, p. 30. <<
[4] Acaso convenga mencionar, pues es un dato poco conocido, que también en este campo la inspiración relativa a las medidas de oontrol parece proceder de Alemania. Cfr. la referencia de A. M. SCHLESINGER, J., The Age of Roosevelt: The Crisis of the Old Order 1919-1933, Boston 1957, p. 110, de cómo «a fines de la década de los veinte, Beardsley Ruml, de la Fundación Laura y Spelman Rockefeller, impresionado por los programas de control agrícola que observó en Alemania, solicitó de John Black, actualmente en Harvard, que investigase su adaptabilidad al problema agrícola americano». En 1929, Black elaboró los detalles de lo que él mismo bautizó como «el problema voluntario nacional de asignación de parcelas» (voluntary domestic allotment plan). <<
[5] Cfr. HILDE WEBER, Die Landwirtschaft in der volkswirtschaftlichen Entwicklung («Bericht über Landwjrtschaft»), Hamburgo y Berlín 1955. <<
[6] Respecto a la extensión en que «la conservación del suelo» ha servido con frecuencia tan sólo como pretexto para implantar controles económicos, véase C. M. HARDIN, the Politic lor Agriculture, Soil Conservation and the Struggle for Power in Rural America, Glencoe, III. <<
[7] Acerca de los problemas de los países subdesarrollados y de la ayuda a su desenvolvimiento económico, véase especialmente P. T. BAUER, Economic Analysis and Policy in Underdeveloped Countries, Cambridge University Press, 1958; S. H. FRANKEL, The Economic Impact of Underdeveloped Societies, Oxford 1953; F. BENHAM, «Reflexiones sobre los países insuficientemente desarrollados», El Trimestre Económico, XIX, 1952, y M. FRIEDMAN, «Foreign Economic Aid», Yale Review, 1958. <<
[8] Esto tiene su complemento en el hecho primeramente señalado, según creo, por F. W. Paish, de que en la actualidad los países ricos pagan con exceso a sus agricultores, mientras los países pobres generalmente los pagan mal. <<
[9] El hecho, importante y bien establecido, de la fundamental preferencia en disponer de excedentes agrícolas antes de que una rápida industrialización pueda provocar un incremento de riqueza, ha sido muy bien expuesto por K. E. Boulding en el artículo citado en la nota 1 supra, particularmente en la p. 197 de la reimpresión: «La denominada “revolución industrial” no fue generada por unos pocos —y más bien insignificantes— cambios en la técnica de la industria textil; fue hija directa de la revolución agrícola, basada en el cultivo rotativo de nabos y forrajes y en la mejora ganadera que se desarrolló en la primera mitad del siglo XVIII. El nabo y no la máquina de hilar de múltiples husos (the spinning Jenny) es el padre de la sociedad industrial». <<
[10] Es de notar, como subrayó ANTHONY SCOTT, Natural Resources: The Economics of Conservation, University of Toronto Press, 1955, p. 37, que «la escuela entera de la economía agraria (y su pariente directo, la economía institucional) se halla en buena parte vinculada a esta preocupación de los norteamericanos». <<
[11] Cfr. P. B. SEARS, «Science and Natural Resources», American Scientist, XLIV, 1956, y «The Process of Environmental Change by Man», en Man’s Role in Changing the Face of the Earth, ed. W. L. Thomas, Jr., University of Chicago Press, 1956. <<
[12] Véase principalmente la obra de A. SCOTT citada en la nota 9 anterior; SCOTT GOROON, «Economics and the Conservation Question», The Journal of Law and Economics, 1, 1958, y S. V. CIRIACY-WANTRUP, Resource Conservation; Economic Policies, University of California Press, 1952. <<
[13] Cfr. L. VON MISES, Socialism, Yale University Press, 1951, p. 352, y A. SCOTT, op. cit., pp. 82-83. <<
[14] Cfr. mi obra The Pure Theory of Capital, Londres 1941, cap. VII, especialmente p. 88, nota. <<
[15] Véase A. SCOTT, op. cit., p. 8. <<
[16] Véase Ibíd., p. 97. <<