—No hay mucho más —dijo—. El resto pueden imaginarlo.
«Pero son expertos en el tema del sable, los números y los Andes; no en el robo del dinero —siguió Feuer—. Supongan que, con completa ingenuidad, uno de estos profesores… bueno…, suponiendo que los otros también sean profesores… cambia dos billetes robados por los dos comunes que tenga más a mano, porque necesita comprar urgente el pasaje a los Andes. Bueno. Lo hacen. Ya está. Después, la vida, más milagrosa que los milagros, quiere que las cosas sigan su curso extraño e inentendible. Ellos ya han actuado y están satisfechos. Y la última puntada del hecho extraordinario del hombre correcto es, una sola vez, contarlo».