—A fines de 1816 —comenzó Antonio—. Poco antes de iniciar el cruce de los Andes, el general José de San Martín decidió esconder el sable corvo usado en las batallas por la Independencia. Con ese sable había vencido en la batalla de San Lorenzo, había echado a los españoles. Antes de cruzar los Andes, San Martín quiso que esa arma, fuera cual fuese su resultado en la campaña de Chile y Perú, quedara por siempre invicta.