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28 de Octubre

Leo contó por lo menos treinta tanques, una columna que avanzaba por la avenida principal hacia la ciudad. Un despliegue de esa envergadura, movilizado a las seis de la mañana, significaba que una invasión soviética a gran escala era inminente. La insurgencia estaba a punto de ser barrida.

Leo corrió colina abajo de vuelta al piso de Karoly. Subió los escalones de dos en dos, alcanzó el último rellano y abrió la puerta de un empujón. Karoly estaba sentado a la mesa, leyendo un panfleto.

—Los soviéticos han desplegado más de treinta tanques —le contó Leo—. Están entrando en la ciudad. Tenemos que encontrar a Zoya y a Raisa de inmediato.

Karoly le entregó el panfleto. Impaciente, Leo le echó un vistazo. En la parte superior había una fotografía. Era de él. Karoly tradujo el texto.

—«Este hombre es un espía soviético. Está disfrazado de uno de nosotros. Comuniquen su paradero al fuerte revolucionario más cercano».

Leo dejó el panfleto.

—Si Fraera me busca, es la prueba de que Raisa ha sido capturada.

Karoly comentó:

—Leo, ya no es seguro que salgas.

Leo abrió la puerta, listo para marchar.

—A nadie le va a preocupar un espía ruso cuando hay tanques rusos en cada esquina.

La puerta de enfrente estaba abierta. Se veía parcialmente la cara del vecino. Se miraron. El vecino cerró la puerta.