Xavier llevaba en la mano una cartera con el cuaderno de checo y el libro de ciencias naturales.
—¿Adónde vas?
Xavier sonrió y señaló hacia la ventana. La ventana estaba abierta, brillaba el sol y desde lejos llegaban hasta allí las voces de una ciudad llena de aventuras.
—Me prometiste que me llevarías contigo…
—Eso fue hace mucho tiempo —dijo Xavier.
—Tú me quieres traicionar.
—Sí, te traicionaré.
A Jaromil le faltaba el aliento. Lo único que sentía era un inmenso odio hacia Xavier. Hasta hacía poco había pensado que él y Xavier eran un mismo ser con dos apariencias distintas, pero ahora comprendía que Xavier era alguien completamente diferente, ¡y que era su enemigo jurado!
Y Xavier se inclinó hacia él y le hizo una caricia:
—Eres hermosa, eres muy hermosa…
—¿Por qué me hablas como si fuera una mujer? ¡Te has vuelto loco! —gritó Jaromil.
Pero Xavier no dejó que lo interrumpiera:
—Eres muy hermosa, pero tengo que traicionarte.
Luego se dio media vuelta y se alejó hacia la ventana abierta.
—¡Yo no soy una mujer! ¡Yo no soy ninguna mujer! —gritó Jaromil mientras él se iba.