Se oyó un disparo, Lermontov se llevó la mano al corazón y Jaromil cayó sobre el duro cemento del balcón.
¡Oh, checos, la gloria de los disparos se transforma en vuestra tierra con tanta frecuencia en la burla de los puntapiés!
Pero ¿hemos de reírnos de Jaromil porque sea una parodia de Lermontov? ¿Hemos de reírnos quizá del pintor por imitar a André Bretón con su abrigo de cuero y su perro pastor? ¿Acaso no era también André Bretón la imitación de algo elevado a lo que quería parecerse? ¿No es acaso la parodia el eterno destino del hombre?
Por lo demás, no hay nada más fácil que cambiar la situación: