Tras las ventanas de este momento, en algún lugar lejano tres años atrás, la muerte se pasea impaciente en el relato que hemos abandonado; su figura huesuda ya ha hecho aparición en la escena iluminada y su sombra se proyecta tan distante que hasta el apartamento en que están la chica y el cuarentón llega la penumbra.
Él abraza su cuerpo con ternura y ella está acurrucada, inmóvil e igual en sus brazos.
¿Qué significa ese acurrucamiento?
Significa que se le ha entregado, se ha puesto en sus manos y quiere permanecer así.
¡Pero esta entrega no es una apertura! Se ha puesto en sus manos cerrada y ensimismada; los hombros echados hacia delante esconden el pecho de ella y su cabeza no se dirige a la cara de él, sino que está inclinada hacia su pecho; contempla la oscuridad de su suéter. Se ha puesto en sus manos sellada para que la esconda en su abrazo como en una caja fuerte.