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Pero nunca se sabe, en el momento presente, si la realidad es sueño o el sueño es realidad; los estudiantes que se alineaban ante la facultad con sus estandartes habían venido por su propia voluntad, pero al mismo tiempo sabían que si no hubieran venido habrían podido tener problemas en la facultad. El año praguense de 1949 sorprendió a los estudiantes checos precisamente en ese curioso momento en que el sueño ya no era sólo sueño; sus manifestaciones de entusiasmo aún eran voluntarias, pero ya también eran obligatorias.

La manifestación echó a andar por las calles y Jaromil iba a un costado; no era sólo el responsable de las consignas de las pancartas, sino también de las que gritaban sus compañeros; para esta vez ya no inventó ningún bello aforismo provocador sino que copió en la libreta algunas de las consignas recomendadas por la sección central de agitación y propaganda. Las gritaba en voz alta, como si fueran en una procesión, y sus compañeros las repetían.