10

Pero yo

a mí mismo

me he domado

y le he pisado

la garganta

a mi propia canción.

Estos versos los escribió Vladimir Maiakovski y Jaromil lo comprende. La poesía rimada le parece un encaje de la cómoda de mamá. Ya hace varios meses que no escribe versos y no quiere escribirlos. Está huyendo. Sigue yendo a hacerle las compras a mamá, pero cierra con llave los cajones de la mesa de escribir. Ha quitado de la pared todas las reproducciones de cuadros modernos.

¿Qué ha puesto en lugar de ellos? ¿Quizá la fotografía de Karl Marx?

Nada de eso. En la pared vacía ha colgado la fotografía de papá. Una fotografía del treinta y ocho, de la época de la triste movilización, donde el padre aparecía con uniforme de oficial.

Jaromil amaba aquella fotografía desde donde lo miraba un hombre a quien había conocido tan poco y cuyo recuerdo se le iba ya borrando de la memoria. Pero, cuanto más se borraba el recuerdo, más aumentaba la nostalgia por este hombre que había sido futbolista, soldado y presidiario. ¡Cuánta falta le hacía este hombre!