En el cuarto de baño, en el estante debajo del espejo hay frascos de perfumes y tubos de cremas, pero la mamá ya casi no los utiliza para cuidar su piel. Si se detiene ante ellos con tanta frecuencia es porque le recuerdan a su padre muerto, su perfumería (hace ya tiempo que pertenece al cuñado, por quien tiene tan poco afecto) y los muchos años de vida sin preocupaciones en aquella casa.
Sobre el pasado, transcurrido con sus padres y su marido, incide la luz nostálgica de un sol poniente. Esa luminosidad nostálgica le hace daño; siente que sólo ahora es capaz de valorar la belleza de aquellos años, cuando ya se han ido, y se reprocha haber sido una esposa ingrata. Su marido había corrido los mayores peligros, tenía multitud de preocupaciones y, para que ella conservara su tranquilidad, no le había dicho ni una palabra; no ha llegado a saber hasta el día de hoy por qué lo detuvieron, en qué grupo de la resistencia trabajaba ni cuál era su misión; no sabe absolutamente nada y cree que ése era un castigo ignominioso por haber sido una mujer limitada y no haber sabido ver en la actitud del marido más que frialdad de sentimientos. Cuando piensa que le ha sido infiel precisamente en el momento en que él corría los mayores peligros, casi se despreciaba a sí misma.
Ahora se mira al espejo y comprueba con sorpresa que su cara sigue siendo joven, incluso, piensa, inútilmente joven, como si el tiempo se hubiera olvidado de la piel de su cuello, por error y sin motivo. No hace mucho oyó decir que alguien la había visto en la calle con Jaromil y había creído que eran hermanos; la historia le pareció cómica. Claro que le produjo satisfacción; desde entonces disfrutaba aún más yendo con Jaromil al teatro y a los conciertos.
¿Qué le quedaba, además de él?
La abuela iba perdiendo la memoria y la salud, pasaba el tiempo sentada en la casa remendando los calcetines de Jaromil y planchando los vestidos de su hija. Estaba llena de nostalgias y recuerdos, llena de solícitos cuidados. Creaba a su alrededor un ambiente lleno de tristeza y cariño y reforzaba el carácter femenino del ambiente (el ambiente de una doble viudez) que rodeaba a Jaromil en su casa.