PEREZA
Ya es domingo otra vez. Acabo de llegar a casa después de haber estado toda la mañana por ahí perdiendo el tiempo.
Estoy perezosa. La semana pasada, después de todos los gin-tonics que nos metimos en la casa del campo, decidí que iba a dejar de salir y de beber, porque tengo que cuidarme, así que he cumplido: he salido siete de siete, los siete días de la semana.
El lunes Alvar quería que fuéramos a la tienda que inauguraba un amigo suyo y, como nos hicimos un poco las remolonas, dijo que si no queríamos ir con él que no pasaba nada, que iba él solo, pero que entonces no nos quejáramos luego porque su colega no nos hiciera descuento. Fuimos.
El martes Carlota dijo que nos acordáramos de la expo que llevamos un montón de tiempo diciendo que queríamos ver, y que como no la viéramos ya al final nos la íbamos a perder, porque iban a quitarla. Fuimos.
El miércoles llamó Rita porque presentaban un libro muy chulo a las siete y dijo que, si íbamos bien de tiempo, también podíamos ir luego al cine, que ponían una del director de la peli esa con la que nos pegamos aquella llorera tan buena. Fuimos.
El jueves porque es jueves y hay que salir. Salimos.
El viernes porque ya habíamos quedado.
El sábado porque nunca nos hacemos preguntas.
Y hoy domingo por la mañana hemos quedado por quedar, nos hemos tomado el aperitivo en el centro y luego todo el mundo se ha ido a su casa porque ya no teníamos nada más que hacer juntos.
Y aquí estoy, tirada en el sofá pensando que los domingos por la tarde tendrían que desaparecer del calendario. Que no existieran.
…
…
Hum, ¿qué estará haciendo Mauro?
Al día siguiente de dejarlo en el bar con el beso en la punta de la lengua me envió un mensaje: «¿Estás bien?» Le escribí: «Sí.» Y ya no nos escribimos más aquel día, que era viernes, y tampoco el sábado, ni el domingo. Pero esta semana le mandé un sms en plan buen rollo: «¿Qué tal, Mauro?» Y no me ha contestado. Bah, empiezo a acostumbrarme a que los tíos no respondan a los mensajes.
Es la diferencia entre enrollarte con uno y tener un novio de verdad, que cuando le pones un mensaje a tu novio sabes que te va a contestar al minuto y, si no lo hace, es porque no lo ha visto o está conduciendo. La diferencia es que no tienes que estar todo el tiempo mirando el móvil, esperando que suene un bip, sino que estás tan relajada que incluso lo pones en silencio y no pasa nada. La diferencia es que sabes que alguien te quiere no porque te lo diga, sino porque te lo hace sentir.