QUIÉN SERÁS TÚ SIN MÍ
Hace tres semanas que no sé nada de Mauro.
Me pregunto quién será él ahora.
Quién será sin mí.
Qué siente cuando se despierta por la mañana y no tiene que buscar ninguna canción para despertarla a ella, porque la conoce desde hace tanto tiempo que ya no tiene que hacerse el romántico.
Cuando coge la moto y sólo piensa en el tráfico.
Cuando el portero del edificio lo saluda sin levantar la vista de la mesa de conserjería.
Cuando a media mañana baja al bar que hay en la esquina para tomarse un café y la camarera le dice que ha debido de dormir mal porque tiene ojeras.
Cómo es cuando tiene que buscar un restaurante para cenar y le da mucha pereza porque ya ha estado en todos con ella.
Cómo es cuando llega y se encuentra con Elena por la tarde.
Cuando van al cine del centro comercial que hay al lado de casa porque llueve y ella no quiere mojarse, porque se le encrespa el pelo y ha estado una hora arreglándose antes de salir.
Cómo es cuando él tampoco quiere mojarse.
Cuando prepara la cena y nadie pone la mesa porque es más fácil cenar sentados en el sillón y viendo la tele.
Cuando no hay de qué hablar porque, al fin y al cabo, lo saben todo el uno del otro.
Cuando se sientan a mirar a qué Parador ir el fin de semana porque tienen unos puntos del banco que hay que gastar.
Cuando ella le echa la bronca por lo rápido que va en el coche.
Cuando hablan del coñazo que son esos amigos con quienes han quedado porque ninguno de los dos se atreve a decirles que los aburren ellos y sus hijos.
Cuando Mauro se queda mirando fijo a un punto y Elena le pregunta: «¿En qué piensas?»
Y él contesta: «En nada, no estoy pensando en nada.»
En todo lo que significa nada.