Io non mori», e non rimasi vivo.
[No morí, y no permanecí vivo.]
DANTE
«Dentro de los límites de la normalidad, cada individuo se quiere a sí mismo. Cuando tiene una deformidad o una anormalidad, o acaba desarrollándola, su propio sentido estético se rebela y adquiere una especie de repugnancia hacia sí mismo. Aunque con el tiempo llega a reconciliarse con sus deformidades, eso ocurre sólo en el plano consciente. Su mente subconciente, en la cual persiste la marca de la herida, introduce cambios determinados en su personalidad toda, haciéndolo receloso de la sociedad».
R. V. Wardekar, en un opúsculo sobre la lepra.
Al doctor Michel Lechal
Querido Michel:
Espero que aceptará usted la dedicatoria de esta novela, que debe cualquier posible mérito a su amabilidad y paciencia; los defectos, yerros y torpezas son exclusivos del autor. No necesito asegurarle que el doctor Colin le ha pedido prestada su experiencia sobre la lepra y nada más. El lazareto del doctor Colin no es su lazareto (el cual, me temo, acaso ya ha dejado de existir): inclusive geográficamente está situado lejos de Yonda. Todo lazareto, desde luego, ha de tener rasgos en común, y quizá haya tomado algunas características superficiales de Yonda y otros lazaretos que visité en el Congo y los Camerones. De los padres de su misión he tomado los cigarros del superior… y eso es todo. De su obispo, sólo la embarcación que tan generosamente me prestó para mi travesía por el Ruki. Sería una inútil pérdida de tiempo para cualquiera tratar de identificar a Querry, los Rycker, Parkinson, el padre Thomas: están formados con los materiales acumulados durante treinta años de novelista. No es éste un roman à clef, sino un intento de dar expresión artística dramática a varios tipos de creencia, semi creencia e incredulidad en su propio ambiente, sin relación con la política mundial y las preocupaciones domésticas, donde tales diferencias se sienten agudamente y encuentran expresión. El Congo es una región de la mente, y el lector no encontrará ningún lugar llamado Luc en ningún mapa, así como no existen su gobernador ni su obispo en ninguna capital regional.
Ya comprobará usted hasta qué punto no he conseguido lo que me propuse. Un doctor no es inmune a «la larga desesperación de no hacer nada bien», el cafard que ronda la vida de un escritor. Quisiera haberle dedicado un libro mejor como retribución para la infinita generosidad de que usted y los padres de la misión me hicieron objeto en Yonda.
Con todo mi afecto
GRAHAM GREENE